El enigma de la joven rusa que lleva dos años desaparecida

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Llegó a Buenos Aires en 1999. En mayo de 2010, el día de su cumpleaños, salió de su casa de Moreno y no volvió más. Su mamá fue asesinada y por el crimen acusaron a 2 de sus hermanos, que terminaron muertos. La trágica historia de Vera y su familia.
Cuando desapareció, Vera Tchestnykh se había rapado y estaba súper delgada, debido a que había decidido convertirse a una secta hindú que ponderaba el contacto con la naturaleza . Aficionada al arpa y a la vida sana, había llegado con su familia a la Argentina desde Rusia en 1999, buscando un futuro lejos de la guerra de Chechenia. Se instaló con su padre y su madre –ambos, ingenieros– y con sus tres hermanos, Andrei, Ilia y Serguei, en el partido de Moreno. Allí, ladrillo por ladrillo, levantaron una casa sencilla. No imaginaban que, poco más de una década después, tres de ellos estarían muertos .
Su infortunio comenzó hace exactamente dos años, el 6 de mayo de 2010, día en que Vera cumplía 26 años. La joven rusa hizo un festejo íntimo con su familia en la casa y luego, al atardecer, salió a correr por las quintas de Moreno que rodeaban la propiedad. Vestida de jogging, saludó a sus hermanos y nunca más volvió. Hoy no hay ni un solo rastro de ella: se desconoce si se fugó, si está viva o si está muerta. Lo único seguro es que su desaparición desencadenó una tragedia .
En noviembre de aquel mismo año, la madre de Vera, Ludmila Kasian (56), fue asesinada de tres balazos en una habitación de su casa; el hermano menor de la joven, Serguei (19), fue hallado muerto en un hotel de Bolivia en septiembre de 2011, supuestamente ahogado en su propio vómito y el 30 de marzo de este año, el hermano mayor, Ilia (30), apareció con un tiro en la sien en una playa de Perú. Ambos muchachos estaban huyendo de la Justicia argentina desde diciembre de 2010 –llegaron hasta Ecuador– y eran buscados por Interpol, acusados de ser los asesinos de su madre .
El fiscal de Mercedes Juan Ignacio Bidone, a cargo del caso, sospecha que los hermanos acribillaron a su mamá mientras dormía porque creían que ella tenía que ver con la desaparición de Vera . Eso quizás ya nunca se compruebe, dado que sus muertes hicieron que la única investigación que sigue activa es la que tiene que ver con el paradero de la chica.
Serguei, Ilia y Vera parecían formar un bloque. Se habían involucrado en una extraña secta que les imponía dormir cubiertos de barro para estar en contacto con la naturaleza. Todos dormían juntos y eran fanáticos de las armas y de las computadoras. Pero su unión también marcaba una distancia dentro de la propia familia. A tal punto que, el día del cumpleaños de Vera, los tres festejaron solos en la planta alta de la casa. En un momento hasta se sumó el padre –que tiempo antes se había separado de Ludmila y vivía en Capital–, pero cuando la madre quiso participar la echaron.
En la casa nadie quería a Ludmila, que hasta fue denunciada por violencia doméstica ante la Policía. ¿La denunciante? La propia Vera, con quien incluso se llegó a tirar platos , según voceros policiales.
La relación entre madre e hijos se había resquebrajado en 2000, cuando Ludmila viajó sola a vender dos propiedades en su ciudad natal en Rusia (de donde, se cree, el padre de la familia había tenido que escapar por sus vinculaciones con el tráfico de metales preciosos). El problema fue que la mujer demoró su regreso casi seis años y que, al parecer, nunca trajo el dinero de las ventas (se habla de unos $500.000). Su larga estadía en el extranjero desgastó el matrimonio –Valeri, convertido en chofer de taxi, se fue con otra mujer– y familiar.
Al terminar el cumpleaños de la chica, Valeri se fue a su casa en Capital. Llevó en su taxi a Ludmila hasta la Iglesia Ortodoxa Rusa, para la que cosía ropa ; también fueron con él Serguei, que debía ir al colegio, e Ilia, que iba a empezar un turno con el taxi. Los jóvenes regresaron de madrugada a la casa, adonde solo estaba su madre. Como no hallaron a Vera, la fueron a buscar a un country cercano, adonde algunas veces había discutido con unos vigiladores por “colarse” en el predio para correr. Pero allí negaron haberla visto.
No hubo otra pista .
La denuncia de la desaparición de Vera se hizo 48 horas después. Pasadas varias semanas sin noticias de la joven, Valeri e Ilia también pidieron ayuda a la ONG Esperanza (dedicada a buscar personas) y además fueron a declarar ante la DDI de Mercedes. Allí, entre otras cosas, contaron que un profesor de ruso les había reclamado unos $1.000 que Vera le había pedido prestados y dijeron que el hombre tenía retenido el pasaporte de la chica como garantía.
Ludmila e Ilia ubicaron luego al profesor a través de un aviso en un diario ruso de Argentina, “Cigüeña”, y saldaron la deuda. Nunca pudieron saber para qué necesitaba el préstamo Vera. El docente, de nombre Mihail, declaró que no lo sabía y que tampoco conocía su paradero. Una versión indicaba que tenía una relación sentimental con la chica, pero esto no se probó.
Los compañeros de Vera del conservatorio donde estudiaba arpa crearon un página en Facebook para buscarla. Allí hasta hubo dos denuncias anónimas de gente que dijo haber visto cuando obligaban a la chica a subir a un patrullero, pero la Policía lo desmintió.
“Otras personas contaron que la vieron en un prostíbulo, pero es inverosímil”, contó María Esther Rua, de la ONG Esperanza. La Justicia buscó rastros de que la hubieran enterrado en los fondos de su casa, pero no halló nada. La familia llegó a acudir a un vidente en Uruguay, pero tampoco logró resultados.
“Yo siento que la activación de la búsqueda de Vera fue el detonante absoluto de las tragedias posteriores. ¿Por qué? No sé. Son dudas que tendrá que develar la Justicia. Nosotros seguimos buscando a Vera”, agregó Rua.
El fiscal Bidone está en lo mismo: “A pesar de todo, no dejamos de buscar a Vera. Ninguna hipótesis está descartada, ni siquiera que haya sido captada por una red de prostitución, aunque lo más relevante siempre estuvo en ese intrincado entorno familiar”.
Fuente: www.clarin.com