El negocio de la salud: Una clínica experta en facturar

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Cada vez son más los vecinos que denuncian irregularidades en la Clínica Mariano Moreno. Desde hace años dicha empresa viene acumulando denuncias que lamentablemente no se pierden en la burocracia de los organismos de control.
En este último tiempo, un grupo compuesto por familiares y amigos de personas damnificadas, viene realizando marchas periódicas, tratando de visibilizar el riesgo que supone atenderse en un lugar donde la vida parece tener ojos de billete. Buscando una justicia que todavía no llega, padres que perdieron a sus hijos por posibles negligencias, maridos que sufrieron la muerte de sus esposas por supuestas malas praxis, se reúnen para canalizar un único objetivo, que los responsables paguen por lo sucedido.
La Clínica Mariano Moreno S.A., es el único sanatorio privado que atiente a los beneficiarios de PAMI, quienes comprenden aproximadamente un 80% de los pacientes que transitan por la misma. Además, presta “servicios” a otras obras sociales (OSECAC, UPCN, OSCTCP, UTHGRA, etc.).
Al abarcar tantos clientes, su oferta de ninguna manera puede responder a tan exigente demanda, y es por eso que suceden irregularidades que llevan a los pacientes a transitar experiencias inhumanas.
Quien haya sido atendido por un médico clínico, habrá vivido en carne propia como el profesional tiene la capacidad de detectar a distancia una enfermedad, y rápidamente recetar una medicación, que al no lograr efecto positivo con el transcurso de los días, obliga al damnificado a dirigirse a otro consultorio donde el diagnostico posiblemente sea distinto.
Además, al ser internados en el lugar, pueden encontrar una cama para ser alojados en los espacios más recónditos y no aptos según el grado de atención que necesiten tener.
Producto de esto, no solo se ven afectados los enfermos, sino también los familiares, quienes deben retirarse de manera imprevista en los horarios de visita, por el ingreso de una urgencia que es atendida a los ojos de todos los presentes en recuperación.
Otro punto, es el suministro de medicamentos. Sobran casos en los cuales no recibieron durante su estadía las drogas necesarias para mantener regulada su salud (diabetes, presión sanguínea, ansiolíticos, etc.), provocando reacciones que son controladas con un método poco usual como sujetar a la cama a quienes tengan un síndrome de abstinencia.
Las irregularidades son muchas, y no hace falta ser un experto para observarlas, con el solo hecho de ser un cliente de esta sociedad anónima uno puede constatarlo. Por ejemplo en el área de pediatría, la instalación eléctrica deja mucho que desear, con toma corrientes en mal estado, ubicados a una altura donde los niños pueden alcanzarlos. Aires acondicionados y ventiladores que no funcionan, camas que deben ser reguladas por almohadas, sábanas que llevan días sin ser cambiadas, y hasta la utilización de una habitación común como morgue.
Lo cierto es que tanto empleados como ex empleados no quieren hablar sobre el tema. Muchos abogados se niegan a llevar adelante demandas contra este hospital privado, y quienes se atrevieron tienen encajonadas sus acciones. La falta de información clara por parte de los prestatarios del servicio, las matriculas de sus empleados, las relaciones comerciales poco claras con una casa velatoria cercana al edificio, dejan aún más preguntas que resolver sobre este caso que tiene como principal víctima vidas humanas.
Mientras las denuncias por mala praxis siguen sucediendo, las familias organizadas no cesan en su objetivo de encontrar justicia para más 800 casos testimoniados (aunque muchos de ellos no fueron presentados ante la justicia), y buscan una respuesta por parte del Estado, que hasta un tiempo atrás hizo oídos sordos sobre un tema tan sensible.
Nicolás Vidal