Falleció Monseñor Rubén Di Monte, Arzobispo emérito de Mercedes – Luján

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El arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Agustín Radrizzani SDB, presidió este miércoles 20 de abril en la basílica de Nuestra Señora de Luján la misa de exequias de monseñor Rubén Di Monte, su antecesor en esta jurisdicción eclesiástica. El prelado leyó un telegrama del papa Francisco, en el que recuerda al prelado fallecido como “un abnegado pastor que con generosa fidelidad entregó su vida al servicio de Dios y de la Iglesia”, y en la homilía destacó los tres grandes amores de monseñor Di Monte: a la Iglesia, a la Virgen y a la familia misionera.
El arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Agustín Radrizzani SDB, presidió hoy en la basílica de Nuestra Señora de Luján la misa de exequias de monseñor Rubén Di Monte, su antecesor en esta jurisdicción eclesiástica.
La Eucaristía fue concelebrada por el nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig; el obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia y el obispo auxiliar de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Torres Carbonell, y sacerdotes del clero diocesano
Al finalizar la celebración eucarística, se acercaron también a despedirlo el obispo de Merlo-Moreno, monseñor Fernando Maletti, y el obispo de Quilmes, monseñor Carlos Tissera.
Monseñor Rubén Di Monte, arzobispo emérito de Mercedes-Luján, murió el lunes a la noche a los 84 años de edad, informó la Oficina de Prensa de la Conferencia Episcopal Argentina.
Los restos del prelado fueron velados desde el mediodía del martes en la basílica de Nuestra Señora de Luján.
Monseñor Di Monte nació el 12 de abril de 1932 en la ciudad bonaerense de Luján. Luego de cursar los estudios eclesiásticos, recibió la ordenación sacerdotal el 5 de diciembre de 1954.
El 13 de junio de 1980, el papa Juan Pablo II lo eligió obispo titular de Giomnio y auxiliar de Avellaneda. Fue ordenado obispo en la basílica de Luján el 16 de agosto de ese mismo año, siendo consagrante principal monseñor Antonio Quarracino (por entonces obispo de Avellaneda).
En 1986 fue trasladado como obispo de Avellaneda, oficio que ejerció hasta 2000, cuando fue promovido a la sede arzobispal de Mercedes-Luján.
Renunció por edad el 27 de diciembre de 2007 y desde entonces residía en el monasterio de las Monjas Orantes y Penitentes de Nuestra Señora de Fátima, en la localidad bonaerense de General Rodríguez.
El lema episcopal de monseñor Di Monte es “Con María, su Madre”
Telegrama del Papa
Monseñor Radrizzani leyó el telegrama del papa Francisco, con la firma del cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano:
“Al recibir la triste noticia del fallecimiento de monseñor Rubén Héctor Di Monte arzobispo emérito de esa arquidiócesis, su santidad el papa Francisco expresa a su excelencia su profundo sentimiento de pesar, rogándole tenga la bondad de trasmitirlo a sus familiares así como el clero comunidad religiosa y fieles de esa Iglesia particular Así mismo recordando a este abnegado pastor que con generosa fidelidad entregó su vida al servicio de Dios y de la Iglesia, el Santo Padre ofrece sufragios por el eterno descanso del difunto prelado, a la vez que como signo de fe y esperanza cristiana en el Señor Resucitado imparte con afecto la confortadora bendición apostólica a cuantos lloran tan sensible pérdida”.
Tres grandes amores
El arzobispo mercedino afirmó que monseñor Di Monte “ha regresado a Dios a quien amó y a quien sirvió” y detalló lo que consideró que fueron los “tres amores grandes” en la vida del prelado fallecido:
“El primero es un amor grande a la Iglesia a la que sirvió y a la que amó; esta Iglesia de la cual fue designado también secretario ejecutivo en el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) de la comisión de ministerios por 6 años; después en nuestra conferencia episcopal, fue presidente de Cáritas y presidente de la Comisión de Asuntos Económicos; él vivió por la Iglesia y para la Iglesia”, aseguró.
“El segundo amor que tuvo en su vida ha sido la santísima Virgen, estoy convencido, de que podemos gozar de la belleza de este templo (la basílica de Lujan) en buena parte a la insistencia de monseñor Rubén. Cuántos viajes ha hecho a Buenos Aires para hablar con ministros, con Presidencia, con todos aquellos que han podido influir para que esta belleza se hiciera efectiva. Un amor incondicional a la Virgen Nuestra Señora de Luján. Pero no solo el amor a la Virgen de Luján, sino también a nuestra amada Madre bajo su advocación de Nuestra Señora de Fátima”, señaló.
“Y por eso un gran tercer amor de su vida: la familia misionera, que cubrió tantos desvelos. Él, en cartas que me iba indicando todos los pasos que se iban dando, tuvo y tiene 8.500 miembros aproximadamente, 30 sacerdotes. Esta familia misionera que él fue acompañando a lo largo de 30 años y con este objetivo de ser todos misioneros, lo ha llevado a recorrer muchos lugares de nuestra patria”, indicó.
El prelado dijo que “a la mitad de marzo vino a decirme que estaba por iniciar un nuevo viaje a fines de marzo y principios de abril, visitó Uruguay; una cosa que me deja admirado que con la edad, con la salud frágil y con los achaques él seguía llevando a la Virgen de Fátima y seguía anunciando el evangelio de Jesús y el amor de la madre a todos los feligreses”.
“Y finalmente lo que noto también es la centralidad de Dios, Dios ha amado sobre todo, sobre todos, ante que todo y ante que todos. En 2013 me presentó el proyecto de la casa de retiros, por eso fue buscando fondos, vendió alguna casa que le habían donado a la familia misionera, para poder hacer dicha casa”, recordó.
Monseñor Radrizzani afirmó que el prelado fallecido le dijo que quería “una casa de retiros donde vayan los que no pueden pagar, no solo sino que estoy seguro, Agustín, de que a través de una casa de retiro y a través de frecuentes retiros espirituales vamos a poder volver a tener vocaciones a la vida sacerdotal, consagrada y misionera”.
“No la pudo concluir, el Señor lo llamó antes, pero este era el ideal que él tenía. Un corazón apostólico, quería que el Reino de Dios se implante más fuertemente entre nosotros”, aseguró y concluyó: “En esta Eucaristía, en la que pedimos por su eterno descanso también a él le pedimos que interceda ante Dios y María santísima para que, como él, nosotros podamos ser fieles a nuestra vocación y al llamado que Dios nos ha hecho hasta el fin”.