Dos detenidos por el brutal crimen de Iván Díaz, cuyo cadáver apareció mutilado en las inmediaciones de la presa Roggero

El cuerpo mutilado del joven de 25 años, identificado como Iván Díaz, apareció el viernes 20 de septiembre en un campo en las inmediaciones de la presa Roggero. Le faltaban los ojos y parte del aparato digestivo. A finales de la semana pasada, la justicia dispuso la detención de dos sujetos. Uno de ellos habría sido amante de Díaz. Crónica de una locura.

Cuando el viernes 20 de septiembre un móvil del Comando de Patrullas de Moreno – previa advertencia de un llamado al servicio de emergencia 911 – encontró un cuerpo mutilado de una persona joven de sexo masculino, comenzó a escribirse una nueva página del horror en el distrito. El cadáver tenía las cuencas oculares vacías y gran parte del aparato digestivo había desaparecido. La primera impresión de los oficiales de Policía apuntaba a un crimen con reminiscencias mafiosas. Un mensaje se vislumbraba: algo había visto y era una advertencia para aquellos que tenían alguna vinculación con la víctima. Incluso se pensó en una “mula” que transportaba drogas en su estómago. Ninguna de esas primeras hipótesis tuvo basamento científico.

Iván Díaz estaba envuelto en una trama de pasiones extremas, celos enfermizos y amenazas. El viernes pasado se produjeron dos detenciones: La Policía apresó a Fernando Ambrosio, alias “Piny” de 30 años, y a Jonathan Gaitán, de 42 años y alias “Mosquito”. Ambos fueron capturados en Merlo. Están acusados del delito de “Homicidio agravado por el uso de arma blanca con premeditación, alevosía y ensañamiento y por promesa remuneratoria”.

En un detallado trabajo investigativo desarrollado por el Dr. Federico Soñora y el Dr. David Salvatierra, titular y secretario respectivamente de la UFI Nº 4 del Departamento Judicial de Moreno y General Rodríguez, y desarrollado por personal de la Comisaría 7º de Moreno (La Reja) y de la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) de Moreno y General Rodríguez, el móvil y la mecánica del asesinato de Iván Díaz salió a la luz.

Las fuentes consultadas revelaron lo que la justicia considera hechos probados y que gira en torno a los últimos días de la víctima. Iván Díaz tenía 25 años, vivía en Merlo y trabajaba en una conocida cadena de hipermercados de capitales franceses. Había coincidido en Villa Tesei con Fernando Ambrosio, también empleado de la misma firma. Al poco tiempo comenzaron una relación sentimental, pese a que Ambrosio estaba casado y ya tenía dos hijas de un matrimonio anterior. Poco después, la nueva pareja de Ambrosio quedó embarazada y éste decidió terminar con el vínculo con Díaz. En esos momentos, Díaz habría amenazado con revelar la relación, y le habría mandado mensajes al círculo íntimo de Ambrosio. Hasta que una profunda charla entre las partes se logró algo de armonía y desde la empresa, ya conocido el conflicto, decidieron trasladarlos a distintas sucursales. Este suceso se habría producido dos años atrás, al menos.

Pasado el tiempo, Ambrosio y Díaz retomaron la relación. La pasión fue más fuerte. Hasta que Ambrosio nuevamente intentó cortar el vínculo. Y nuevamente habrían comenzado las presiones de Díaz. Hasta la tarde del 19 de septiembre. La reconstrucción que realizó la justicia indica que cansado del acoso, hacía él y su familia, habría hablado con Gaitán, que era albañil y trabajaba en su casa. Le habría ofrecido una suma de 3.000 pesos para que lo ayudara a darle un “susto” a un tipo que lo amenazaba. Gaitán aceptó el convite. Le habría dicho que iban a pasar a buscar al sujeto en cuestión por el centro de Merlo y que necesitaba que Gaitán se escondiera en el baúl de la camioneta Volkswagen Suran de su propiedad. Pese a la resistencia inicial, Gaitán accedió y se subió al vehículo. Ambrosio pasó a buscar a Iván Díaz y fueron hacia el área cercana a la presa Roggero de Moreno.

Una vez que llegaron al lugar, envueltos en el paisaje bucólico, Ambrosio y Díaz comenzaron a tomar mate. Hasta este momento, las versiones que habrían dado Ambrosio y Gaitán en la justicia coinciden. Lo que siguió a continuación fue un ataque salvaje. A Díaz lo golpearon repetidamente con una pala en la cabeza. Tan brutal fue la agresión, que un especialista reveló que eran tantas las fracturas de cráneo que sufrió que la cabeza quedó como un “sonajero”. También lo apuñalaron –presuntamente con un arma muy filosa, tipo bisturí- en el cuello y le produjeron una gran incisión en el abdomen. Ambrosio habría declarado que destrabó el baúl para que Gaitán saliera y que atacó directamente a Díaz. Gaitán habría manifestado que Ambrosio lo dejó salir una vez que Díaz estaba moribundo. Tanto Ambrosio como Gaitán se acusan de manera cruzada sobre la mecánica de la muerte de Díaz. Aunque la operación de autopsia indicaría que los homicidas fueron dos y que cuando comenzó la agresión Díaz estaba desprevenido. Hay convicción de que Díaz ni siquiera atinó a defenderse.

Acto seguido, subieron al baúl de la camioneta el cadáver de Díaz. Ya tenían preparada una lona para envolver el cuerpo y no dejar manchas de sangre dentro del vehículo. Transitaron unos trescientos metros por el Camino de la Ribera que bordea el Río de la Reconquista y visualizaron el campo circundado por esta traza y las calles Río Negro y San Nicolás. Arrastraron a Díaz dentro del predio y lo dejaron bajo un árbol. La necropsia indicó que las lesiones en los ojos fueron realizadas post mortem. Los peritos sospechan que los ojos fueron arrancados por pájaros y que perros cimarrones y ratas devoraron las entrañas de la víctima. Cuando el cuerpo fue hallado, apenas pasado el mediodía del viernes 20 de septiembre, tenía una data de muerte de entre 12 y 14 horas. La pesquisa desarrollada también incluyó el análisis de la telefonía celular –clave para resolver el misterio- y testimonios de personas cercanas a la víctima y a los acusados, además del trabajo realizado por personal de la Policía Científica del Departamento Judicial. Tanto Ambrosio como Gaitán fueron detenidos en sus domicilios del partido de Merlo. En los allanamientos se habría secuestrado ropa ensangrentada, una pala –que está siendo sometida a distintas pruebas periciales- y un bisturí. El Dr. Soñora tiene 30 días para solicitar la prisión preventiva. Los acusados enfrentan una condena de prisión perpetua, en caso de ser hallados culpables por un Tribunal Oral Criminal. Desde el Ministerio Público Fiscal sostienen que las pruebas son abrumadoras y que la evidencia científica incuestionable.