Sorpresa en El Embarcadero: El acróbata de la torre

Ubicado en un lugar estratégico, paso obligado de quienes transitan por el lugar, en una inmejorable ubicación y aunque abandonado y derruido, el llamado “Embarcadero” con el paso de los años se convirtió en un símbolo de Francisco Álvarez. Pese a ser conocido popularmente de esa manera, el embarcadero propiamente dicho nada tiene que ver con esta construcción ya que el mismo estaba ubicado muy cerca, pero dentro del terreno ferroviario, que era usado para la carga en tren de ganado en pie.

Fue Francisco Pedro Álvarez, conocido como “Pipi”, hijo mayor de Nemesio Álvarez, quien en 1947 decidió la construcción, a cargo de Alfredo Maltoni, de una estación de servicio modelo, con restaurante, hospedaje y demás servicios para el automóvil y viajeros. Su diseño responde al de las estaciones de servicio YPF de esos años, la elevada torre estaba pensada para ser vista, de acuerdo a la poca urbanización de la época, desde los radios céntricos de Moreno y General Rodríguez. En 1950 se detuvo la obra. En 1958, el abogado Salvador Becciu, compró en remate judicial por la suma de 147.500 pesos el predio con el inconcluso edificio, al que bautizó “El Mirador”.

Miembro del Rotary Club de Moreno y como tal uno de los fundadores del “Instituto Ricardo Rojas”, ocupó el cargo de presidente del primer directorio de la institución. Becciu, dueño de una quinta en Francisco Álvarez, participó en política y durante la presidencia de Arturo Frondizi se desempeñó como vice presidente del Banco Nación; era amigo de Hernán Giralt, quien fuera propietario de una quinta en Casco Salas, intendente de la Capital Federal e íntimo amigo de Frondizi. En 1990, el doctor Salvador Becciu, por gestiones del concejal de la UCR Luis Francisco Sassi decidió donar la propiedad a la Municipalidad de Moreno, así que impulsada por este, fue aprobada la ordenanza N° 2.692 donde se hace un reconocimiento público al donante por su gesto y en el artículo N° 2 se aclara que “el inmueble objeto de la presente donación, la municipalidad emprenderá obras en beneficio de la localidad de Francisco Álvarez”. A cambio de la donación Becciu solicitó le fueran condonadas deudas de otras propiedades que poseía. Finalizados los trámites legislativos, fue agasajado con un asado.

Abandonado y en ruinas, en 1996 el edificio de “El Mirador” fue cedido a la Asociación “Los Libres” para la realización de sus actividades deportivas.

El Concejo Deliberante declaró a la torre de “El Embarcadero” patrimonio histórico y cultural de Moreno a instancias de un inquieto y bien intencionado grupo de vecinos de Francisco Álvarez que impulsan sacar al lugar del abandono, símbolo de la localidad, para la creación de un centro cívico, donde se agrupen distintos organismos oficiales. La ordenanza 6.655 fue votada el 2 de diciembre del 2021.

A principios de noviembre del 2022 la municipalidad de Moreno tomó posesión del lugar. La gacetilla de prensa que difundió la comuna dice en uno de sus párrafos que “el predio y el edificio fueron señalizados ya que se iniciará un programa de restauración para uso y disfrute de toda la comunidad”. Pese a la consulta que realizamos en aquel momento, desde el Estado local no confirmaron el uso que finalmente tendrá la construcción.

Septiembre del 2025. El edificio se muestra en peores condiciones debido a la falta de mantenimiento. La mayoría de las aberturas fueron destruidas al igual que paredes interiores. Por caso, en el sector ubicado cerca del paso a nivel de la calle Semana de Mayo, que tenía tapiadas las ventanas y donde vivían ocupas, fueron totalmente despejadas. Esto no implica que personas en situación de calle aún pernocten en el vientre de este “elefante blanco”.

El cartel que rezaba “predio bajo custodia municipal” y que anunciaba un plan de restauración, desapareció. Sí se finalizó una plaza lindante y del otro lado se construye el nuevo destacamento de Bomberos, que reemplazará al existente erigido en el sector sur de la ciudad. Pero El Embarcadero está deteriorado y el paso del tiempo acentúa esta condición.

La novedad sorprendió a principios de mayo de este año. Una noche de la segunda semana de ese mes, los Bomberos recibieron un llamado alertando que en el chapitel de la torre había una persona erguida y que todo parecía indicar que estaba a punto de lanzarse al vacío. Rápidamente salió una unidad de rescate. La sorpresa fue mayúscula cuando al iluminar el cielo con reflectores se encontraron con una figura estática. Así se conoció por primera vez la imagen que corona El Embarcadero.

Al menos para nosotros es un misterio. La silueta, visible desde varios cientos de metros, se aprecia en todo su esplendor transitando la Ruta 7 desde General Rodríguez en sentido a Moreno. Representa a un acróbata, en preciso término, un funambulista que hace equilibrio en la cima de la construcción más alta de Francisco Álvarez, desafiando los vientos que soplan a esos 24 metros. ¿Quién fue el artista? No lo sabemos.

Subimos a la torre. Hasta el segundo piso se accede por escalinatas de hormigón. Para llegar al tercero es necesaria una escalera de mano. El cuarto es para temerarios. Las paredes de muestran endebles. Desde el tercero se aprecia el lado B de la obra. Mucho trabajo, planificación y varias herramientas, como un taladro inalámbrico.

La figura está impresa en plástico corrugado. ¿A quién representa? Tampoco lo identificamos. Es un hombre mayor, quien es atravesado por una caña seca de unos cuatro metros. El armazón que lo estructura es de madera. Y está sostenido en los tirantes del techo de la torre, el cual está “tomado” por aves de varias especies, que conviven en armonía como una gran comunidad. Según los especialistas se trata de un trampantojo, un efecto visual que crea una ilusión óptica de profundidad y realidad.

Por lo pronto se trata de una nueva atracción en el Pueblo Verde. Valientes e inconscientes los artífices de esta intervención urbana. Durará lo que le permita algún fuerte viento. O hasta que se termine de desmoronar el techo, que se hunde por la falta de mantenimiento. Es más probable que ocurra lo segundo.

Texto armado con datos aportados por el historiador Oscar “Tito” Passarelli

Cámara: Karina Cereijo

Dron: Ezequiel Reyes

Edición: Cristian Armagno

Texto, locución y producción: Rodrigo Solórzano