En medio de un fuerte hermetismo, la investigación avanza. El hombre fue asesinado durante la tarde del domingo 16 de octubre y lanzado a los cerdos. Fue descubierto el día siguiente y trabajosamente identificado. Una trama que apunta a un ajuste de cuentas.
El lunes 17 de octubre, un llamado al servicio de emergencia 911 dio aviso de un homicidio en el barrio San Carlos de la localidad de Malvinas, partido de General Rodríguez. Un móvil policial se acercó hasta una chanchería ubicada en las inmediaciones del cruce entre las calles Manuel de Sarratea y Juan José de Mutiloa. Los uniformados entraron en el lugar y en el chiquero encontraron el cadáver, que era devorado por un puñado de cerdos. Horrorizados, dieron aviso a sus superiores, quienes ordenaron la preservación del lugar –como pudieran- y convocaron a los peritos.
Luego de encerrar a los cerdos, el personal de la Policía Científica comenzó a trabajar concienzudamente. Habrían determinado que había sido asesinado en una dependencia del lugar y arrojado en el chiquero. Incluso los asesinos –quedó claro que al menos intervinieron dos personas- intentaron esconderlo bajo unas tablas en el mismo sector, pero por la corpulencia de la víctima y el inestable suelo no lo permitieron. Finalmente lo abandonaron allí, para que los animales hicieran su macabra labor. Cuando llegaron los oficiales la cara y el abdomen habían desaparecido.
La identificación no fue sencilla, pero había indicios fuertes sobre de quién podría tratarse. Un rol importante en este sentido lo jugaron los tatuajes. Pecho, piernas y brazos estaban intactos. Sumado a esto, las características fisiológicas permitieron inferir que se trataría de Andrés “El Gordo” Costa, de 38 años de edad. Estaba totalmente desnudo. La individualización fue confirmada por allegados. Costa viviría en ese lugar, pero su actividad principal estaría lejos de la producción porcina. Se dedicaría a distintos delitos, algunos de ellos bajo investigación federal.
La mecánica del asesinato, más los datos que fueron surgiendo en torno a la supuesta participación en secuestros extorsivos y tráfico de drogas, apuntaron como principal hipótesis un ajuste de cuentas. Los motivos aún son desconocidos. Costa habría vivido en esa chanchería y ese lugar sería la base de operaciones para llevar adelante el accionar delictivo. El médico forense habría determinado que la muerte dataría del domingo 16 de octubre por la tarde, alrededor de las 15 horas. Presentaba dos disparos de un arma calibre 22 y un escopetazo en pleno pecho. El facultativo rescató más de una docena de perdigones.
La pesquisa es llevada adelante por la Dra. Alejandra Rodríguez, titular de la UFI Nº 9 del Departamento Judicial de Moreno y General Rodríguez, y por la unidad especializada en Delitos Complejos de la Fiscalía General. La causa es intrincada, haciendo gala de gran hermetismo, pero tendría un avance significativo y se esperarían novedades en las próximas horas.
Aunque es un suceso horroroso, increíblemente no es una manera desconocida para hacer desaparecer los rastros de un crimen. En la literatura y en filmografía se ha abordado esta temática en varias oportunidades. Tal vez la más impactante sea el libro “Hannibal” de Thomas Harris. Publicado en 1999, es la secuela del “Silencio de los corderos”, donde irrumpe el personaje del psiquiatra psicópata y caníbal Hannibal Lecter. En la novela de 1999, Lecter induce a la hermana de un perseguidor –llamado Mason Verger, antiguo amante de Lecter y al que había desfigurado, dejándolo además incapacitado motriz- a que lo arrojara a unos cerdos, quienes habían sido entrenados para atacar a los humanos. Fue una doble venganza: La mujer había sido sistemáticamente abusada por Verger y Lecter daba por terminada de esta manera la cacería que había emprendido este hombre contra él. Snacht: Cerdos y Diamantes, la película del año 2000 del aclamado director Guy Ritchie relata que un jefe gánster inglés desaparecía los cadáveres de sus rivales arrojándolo a una piara. La referencia es constante a lo largo del film. Pero la realidad, como tantas otras veces, supera a la ficción.