Una mujer fue detenida por la justicia acusada de asesinar a su ex pareja. Para llevar adelante su macabro fin, simuló un robo en la humilde vivienda que aún compartían. La víctima era una persona no vidente y uno de los fundadores de la biblioteca braille de la municipalidad de Moreno.
El hecho se produjo durante la noche del pasado sábado 25 de agosto en una sencilla casa ubicada sobre la calle O´brien entre España y Galileo Galilei, del barrio Parque Paso del Rey. Las primeras informaciones se hacían eco de un robo. Según el relato realizado por Marta Daiana Cuevas (51 años) ante uniformados de la seccional 8° de Moreno –Las Catonas-, minutos después que el personal policial llegara al lugar, tres delincuentes ingresaron en la vivienda que ocupaba junto a Feliciano Benítez, de 61 años, su ex pareja. Luego de inmovilizarlos, atándolos a unas sillas, procedieron a revisar el lugar, mientras que le preguntaban por “las 20 lucas que tienen escondidas”. Después de revisar el dormitorio, habrían encontrado ese supuesto monto de dinero dentro del freezer de la heladera. Posteriormente se dieron a la fuga.
Una vez que los malhechores abandonaron el predio, Marta Daiana Cuevas señaló que Feliciano Benítez no respondía a los estímulos. Ya había fallecido por una crisis cardíaca, presumiblemente por la tensión del trance vivido. Cuevas, siempre atada, se acercó al teléfono, lo descolgó con la cabeza y marcó con la nariz el número del servicio de emergencia 911, aunque no habría podido comunicarse. Luego salió al patio, fuertemente amarrada, sorteando el escollo de un escalón de unos 10 centímetros sin perder el equilibrio. En el pasto, tirada, fue encontrada por la policía.
Tanto el fiscal Mariano Navarro como el subcomisario Teodoro Díaz desconfiaron de la versión brindada por la mujer. Evaluaron como imposible la declaración de Cuevas respecto al teléfono, pero aún más evidente era la inviabilidad de los supuestos movimientos realizados. Tantos sus muñecas como tobillos no mostraban escoriaciones ni rozaduras. Tanto el dormitorio, como la heladera, sometido a una exhaustiva revisión por parte de los delincuentes, se mostraban absolutamente ordenados. Incluso sobre una mesa de luz se habrían encontrado 915 pesos que los ladrones no se llevaron y que estaban a la vista.
El cuerpo de Feliciano Benítez continuaba sentado. No presentaba signos de violencia. Tenía las piernas atadas con precintos al igual que sus manos, que estaban maniatadas por delante. Además estaba amordazado con cinta de embalar. En un primer momento se sospechó que había fallecido como consecuencia de un paro cardíaco.
Los peritos realizaron un relevamiento en la escena del crimen. En ningún lugar hallaron rastros de más personas. No existían huellas en el interior de la finca ni en la entrada –para ingresar los malvivientes deberían saltar un paredón-. Cabe recordar que durante esos días el tiempo fue inestable y con abundantes lluvias; tan así era, que la calle O´brien se encontraba inundada y los móviles policiales debieron ser abandonados en las esquinas.
Una prueba fue concluyente: el fiscal le indicó a dos uniformados que tomaran el lugar de la pareja. Fueron atados de la misma manera que los ocupantes de la vivienda. Ninguno de ellos pudo moverse siquiera un centímetro. La versión de Marta Daiana Cuevas comenzó a desmoronarse indefectiblemente. Tampoco pudo acreditar la existencia de los 20 mil pesos robados.
La operación de autopsia habría determinado que Feliciano Benítez no falleció por un paro cardíaco. Sus pulmones mostraban edemas, compatibles con la asfixia. Pese a estar amordazado, tenía las manos atadas por delante. En caso de ahogarse, instintivamente hubiese intentando sacar la obstrucción de la boca. Nada de eso hizo. Aún los expertos no se ponen de acuerdo si murió antes de que lo sienten en la silla o la asfixia se produjo cuando ya estaba atado. No se conoció el detalle de la necropsia que podría develar el misterio ¿las heridas que presentaba en los brazos y piernas fueron post mortem?. Como análisis adicional se solicitó un pool de vísceras para especificar si a Benítez le dieron algún tipo de narcótico que le produjo una pérdida de conocimiento y de esta manera someterlo sin resistencia.
Feliciano Benítez estaba jubilado. Había trabajado durante décadas en la dirección de Cultura de Moreno y fue, junto a Mabel González –una mujer que también es no vidente y que era su pareja en esos momentos-, fundador de la biblioteca de braille comunal en los albores de la década del 90 del siglo pasado. Se desempeñó en ese lugar hasta meses atrás, cuando se produjo su retiro. Marta Daiana Cuevas trabajó como voluntaria en esa dependencia y posteriormente fue contratada por el municipio brindando distintos talleres para ciegos.
Un dato comprometió aún más a Cuevas. En el relato ante la justicia indicó que los ladrones le habían sustraído el teléfono celular. Apareció en el bolsillo de una campera. Fue encontrado por una vecina que solidariamente la estaba asistiendo ante la tragedia. Esta mujer se lo entregó a Cuevas. Pero cuando la Policía le tomó declaración nuevamente, Cuevas negó que hubiese aparecido, hasta que ante la presión del interrogatorio se desdijo. La justicia solicitó un resumen de los llamados realizados con ese aparato para determinar los últimos contactos y realizar un entrecruzamiento de llamadas.
Ante la voluminosidad de pruebas en contra de Cuevas, el fiscal Navarro dispuso su aprehensión y fue alojada en los calabozos de la Comisaría 7° de Moreno, La Reja.
En las últimas horas trascendió un dato extraoficial. Benítez y Cuevas estaban separados, luego de una relación de muchos años. Pese a esto, vivían bajo el mismo techo. Según la información recolectada Cuevas tenía otra relación. Ahora se trata de individualizar a esta persona para indagarla respecto al homicidio de Benítez. Para los investigadores no existen dudas que en el crimen intervino un tercer sujeto.
Mientras tanto las medidas procesales continúan. Ante las revelaciones, el Dr. Navarro dispuso el cambio de carátula de “Robo calificado y homicidio” a “Homicidio”. La pesquisa ahora busca determinar la existencia de la premeditación y la alevosía como agravantes en el asesinato y caer con todo el rigor de la ley sobre Marta Daiana Cuevas.