Eduardo Espósito, vive en su casa natal rodeado de naturaleza a pocos metros del mítico Río Reconquista, a la altura de Paso del Rey. Comparte sus días junto a su compañera, su madre y varios animales recogidos de la calle, hoy advenidos en caseros. A sus 55 años, Eduardo lleva publicados seis libros, entre los cuales resuena su última obra “Las Puertas de Tannhäuser”, en honor a la ciencia ficción. Tallerista en los distritos de Moreno y General Rodríguez, Espósito continúa plasmando y compartiendo su arte con quienes se acercan a sus clases.
Tus comienzos en la poesía
-Pensando en la poesía, yo habré empezado a escribir a los 15 años cuando pase del Industrial al Nacional en Merlo. Pero más allá de eso, había un flaco, un amigo al que le debo mucho indirectamente, porque si no fuera por él, que hacia el intento de escribir, yo no hubiera comenzado, por ese entonces los dos escribíamos la poesía solo en rima.
En la etapa de los 15 a los 17 empecé a escribir en un cuaderno los bosquejos de lo que yo diría que para la época era demasiado, fue todo un logro porque conseguía una interesante rima. Después me di cuenta con el tiempo que por ahí no era el camino para acercarme a lo contemporáneo.
Luego hubo un impasse muy grande, alrededor de mis 20 años me puse de novio, me fui a vivir a la patagona, estuve 10 año en General Roca, Río Negro, y cuando me separo, antes de volver a Buenos Aires, me entero que había un centro de escritores en General Roca, y ahí fue donde retome y profundice mi encanto por la poesía, primero porque se reunían todos los miércoles del año, y a mí me resulto encantador, segundo porque me dieron con un palo, pero con un palo bien, me decían que antiguo que escribís Eduardo, y tenían 20 años más que yo. Ellos notaban que había algo interesante, pero la forma de plasmarlo era muy arcaica, muy como de Rubén Darío. Es que no había manera de conocer en la escuela secundaria a muchos de los poetas que le dieron brillo al siglo XX.
Lo cierto es que yo crecí con la idea de que me gustaba la poesía, pero que no atinaba, hasta que llegue a ese centro de escritores a mis 30 años, y fue ahí donde rompí con esta idea de muchos jóvenes, de que la poesía es igual rima. Algo a funcionado mal en la educación en este país, a la poesía me refiero en sí, algo en este país es anti poético, lo digo clarito y me hago cargo, hay algo que para mí es muy negativo, no sé en qué radica, si en el machismo, pero hay algo que hace que si vos no tenes una guitarrita en la mano para decir algo relacionado con lo poético no sos poeta. Si no tenes que ser un hombre de anteojitos, bigotito, corbata, muy clásico y por eso te consideran poeta, se ha estereotipado la cosa de una manera muy sorpresiva.
-La poesía
Este concepto no es mío, pero lo he aplicado a mi vida. Yo trato de vivir de la poesía, es una manera de vivir. Un poeta nace, puede tener 50 años, como el caso de un poeta catamarqueño, Leonardo Martínez, que se dio cuenta que a los 50 podía escribir. No se aparece de repente alguien en la vida como poeta, poeta se nace, es un concepto, me parece que es así, como dicen los surrealistas se usa el nervio vivo, la poesía de todo es manifestación artística. Esa es la idea mía, como que está en todas las cosas, la poesía y la vida son lo mismo.
Y para hacer poesía a mi lo existencial me parece muy importante, el Dios o no Dios, la muerte que es un tema que atrapa. Me interesa la muerte desde el misterio. Yo tengo una teoría, la cual es tratar de ver los tres grandes misterios de la historia humana como un triangulo, así como los pintores tienen sus tres colores básicos que digamos están en un triangulo y combinándolos logras distintos tonos y efectos. Yo diría, como decía Miguel Hernández, amor, vida y muerte, las tres heridas, llego con tres heridas, que lo canta Serrat. Bueno de repente se me ocurrió que esos tres misterios son los básicos, que hay muchos misterios, pero que la vida, la muerte y el amor como misterios son básicos en el hombre, y si hacemos un triángulo con eso, todo poema es el resultado de la combinación de estos tres, nunca nada es totalitario, nada es ni negro, ni blanco, ni gris, todo es la combinación de diferentes matices.
La autogestión
-Yo lo que se, es que en algún momento no me acercaba a la computadora, pero me di cuenta que hay que tener mucho cuidado, hacerse propaganda a uno mismo es un problema, si vos no querés ser un mercachifle, querés ser realmente un poeta, no un alquimista verbal como decía Raúl Gustavo Aguirre, un tipo que parece ser pero no es, está lleno de eso, hay mucho embustero en la poesía. Yo termine metiéndome en el mundo de facebook, no para caretear, sino que me di cuenta que era una herramienta útil de contacto, no sé si puedo hablar de autogestión, pero sin querer, sin decir qué bueno que es lo mío, mírenme.
Es tratar de ser uno mismo sin decir miren que lindo que soy. Con la autogestión, hay que tener cuidado con el ego, separar el amar la poesía de amar el ego de uno, yo estoy convencido de que muchas beses aman demasiado su ego, y quieren el aplauso.
Y sino también podes ser un mercenario, escribir lo que el otro te pida, hacerte el comprometido, el socialista, y en el fondo no ser nada de eso, crear una pantalla. El verdadero artista en cualquier rama del arte tiene que ser autentico, para eso no hay que tener una pose.
Tu último libro “Las Puertas de Tannhäuser”
Mi sexto libro, es un libro que surgió un poco en contraposición a mi quinto libro “Qulimobario”, este era un libro, que como el título lo dice, muy jodón, participaba de todos los quilombos nacionales personales, era una ensalada realmente complicada como para ponerle otro nombre que no fuera ese. Fue un prólogo de Laura Yasán muy bueno, y fue un muy lindo libro. A mí me gusta el humor en la poesía, había mucho humor, pero este libro que se llama “Las Puertas de Tannhäuser”, es distinto, porque tenía que ser un homenaje a mis lecturas juveniles y actuales. Yo soy un apasionado de la ciencia ficción, yo sé que hay mucha mala, como en todo, me gusta la ficción porque es un vuelo de la imaginación muy interesante.
Por eso en este libro escribí poemas que están inspirados o tienen como raíz a algún cuento de ciencia ficción. De repente yo estoy haciendo algo, y me doy cuenta que eso que estoy haciendo tiene que ver con algo que vi. Por eso me dije, voy a explotar esa beta, y voy a lograr un hilo conductor de la obra, que es algo que generalmente no hago, mis libros son bastante mixturados, no tienen una especie de tema general, pero este sí, y no es forzado.
En cada final del texto pongo el nombre de quién me inspiro a hacerlo, para homenajearlo y a su vez contagiar a quién me lee para que lo busque y también pueda leerlo.