Carlos Alberto Rodríguez fue condenado a ocho años y seis meses de prisión por un violento robo ocurrido en agosto del 2015 en Exaltación de la Cruz. El próximo diciembre obtendría la libertad condicional. Pero finalmente no gozará el beneficio. Luego de cuatro años tras las rejas, la justicia determinó que en realidad se llama Julio Adrián Alegre y era el último prófugo por el sangriento asalto al blindado frente al Banco Supervielle de Moreno el 20 de enero del 2014 y donde murió acribillado el jubilado Francisco Figueroa. Ahora enfrenta un juicio en el cual un tribunal podría sentenciarlo a reclusión perpetua.
Las preguntas obligadas: ¿Cómo puede un tribunal condenar a un delincuente a ocho años y seis meses de prisión sin descubrir que durante todo el proceso su identidad no era la verdadera, no era la que figuraba en el Registro Civil, no era con la que había sido cristianamente bautizado? ¿Cómo puede estar tras las rejas cuatro años, sin que nadie se percate de esta situación y que mientras tanto estuviese prófugo por un asalto a sangre y fuego contra un blindado donde mataron a un jubilado?
Carlos Alberto Rodríguez fue trasladado el pasado viernes 1º de noviembre desde la Unidad Carcelaria 21 de Campana hasta las oficinas del cuerpo de Investigaciones Complejas dependiente de la Fiscalía General del Departamento Judicial de Moreno y General Rodríguez. Pasado el mediodía, volvió al penal y ya no se llamaba Carlos Alberto Rodríguez; regresó a la celda con su verdadero nombre: Julio Adrián Alegre.
Julio Adrián Alegre, domiciliado en Moreno y próximo a cumplir los 43 años, estaba prófugo de la justicia desde enero del 2014, cuando junto a una gavilla de delincuentes (la mayoría especializados en el robo de entidades bancarias, financieras y de camiones blindados) intentó robar el dinero que transportaba un camión de caudales. Cuando los custodios bajaron en el Banco Supervielle de Moreno -ubicado en Nemesio Álvarez al 248-, los ladrones desataron un infernal tiroteo que dejó seis heridos y un muerto: Francisco Figueroa, de 74 años, que estaba en la fila, esperando que abriera el banco para cobrar su magra jubilación. Los malvivientes escaparon sin poder hacerse con las sacas del dinero.
En ese intercambio de disparos, además, resultó herido Alegre en su pierna izquierda. Fue llevado por sus cómplices a una vivienda del Barrio Zarza, para luego ser trasladado a una zona desconocida –que también sería en Moreno- para ser asistido por personal médico que actuó de manera ilegal. Allí le practicaron las primeras curaciones. Su recuperación no fue demasiado larga, ya que pocos meses después estaba nuevamente al ruedo. Iba a caer posteriormente por un asalto en la localidad de Exaltación de la Cruz. En realidad fue detenido Carlos Alberto Rodríguez, mientras que la justicia buscaba a Julio Adrián Alegre.
Antes de desaparecer de Moreno, Alegre vendió la vivienda que ocupaba junto a su familia en el Barrio Altos de la Torre. La resignó por un tercio de su valor. A partir de ese momento, su rastro se perdió.
En agosto del 2015, Carlos Alberto Rodríguez fue condenado a ocho años y seis meses de prisión por un violento asalto ocurrido en la localidad de Exaltación de la Cruz. Allí, una banda de ladrones desvalijó una vivienda y privaron de la libertad a una familia. Cuando fueron atrapados por la Policía, uno de ellos dijo llamarse Carlos Alberto Rodríguez y brindó un número de documento. Todo el proceso lo vivió con ese alias. Era una de las identidades que utilizaba habitualmente Alegre. Nadie investigó estas circunstancias. Un tribunal oral del Departamento Judicial de Mercedes lo condenó y lo trasladaron a la cárcel de Campana. Luego de poco más de cuatro años de prisión, en el próximo mes de diciembre lograría la libertad condicional. Era lógico, Rodríguez no poseía el prontuario de Alegre, que es mucho más abultado.
Hasta que en octubre, una profunda y detallada pesquisa realizada por el Cuerpo de Investigaciones de Delitos Complejos dependiente de la Fiscalía General del Departamento Judicial de Moreno y General Rodríguez determinó que Carlos Alberto Rodríguez en realidad era Julio Adrián Alegre, alias “Tuli”. Además de las huellas dactilares y las fotos que figuran en el prontuario de Alegre -entre otros datos- Rodríguez/Alegre presentaba una herida de arma de fuego en el muslo izquierdo. El viernes, la justicia le informó que está imputado por el fallido robo al camión de caudales frente al Banco Supervielle de Moreno y por la muerte del jubilado Francisco Figueroa. Alegre se negó a declarar y fue trasladado nuevamente a la cárcel. En marzo se realizará en Mercedes el juicio oral por este sangriento hecho, en medio de fuertes medidas de seguridad. La banda que llevó adelante este sangriento operativo es de las denominadas “pesadas”.
El intento de asalto al blindado
A las 8:30 de la mañana del lunes 20 de enero del 2014, una banda integrada por al menos diez delincuentes, intentó asaltar un blindado de la firma Prosegur frente al Banco Supervielle de Moreno, ubicado sobre la calle Nemesio Álvarez al 248 entre Rosset y Tucumán. Una infernal balacera se generó con el saldo de seis heridos y un jubilado muerto. Los ladrones –y asesinos- huyeron con las manos vacías.
El camión blindado arribaba a la entidad bancaria en la misma franja horaria, varios días a la semana. Esta operatoria había sido detectada por los malvivientes, aunque no tenían precisión de los días en que se realizaba. Las fuentes consultadas indicaron que el intento de robo se había organizado para el viernes 17 de enero, pero el blindado no apareció. Por lo cual, lo pospusieron para el lunes siguiente.
El camión con el dinero salió desde la sede de la localidad de Pilar de la empresa Prosegur con primer destino la sucursal Nemesio Álvarez de Moreno del Banco Supervielle. Antes, los cuatro empleados de la organización de seguridad, tuvieron que cambiar dos veces de unidad, porque las mismas tenían los aires acondicionados averiados. Ninguno lo interpretó como una señal. Desde Pilar llegaron a Moreno a las 8:30 a.m.
Estacionados frente a la entrada del banco, primero bajaron los custodios para tener un panorama del lugar. Luego descendió el portavalores con la saca de dinero. Llevaba 400.000 pesos (con un dólar a $6.80 en promedio, es decir, poco más de 58.800 dólares de la época). En esos momentos, uno de los “clientes” que estaba en la fila supuestamente esperando que abriera la entidad bancaria, sacó un arma y gritó que se trataba de un asalto. Comenzó el aquelarre. Una lluvia de plomo cayó contra los hombres de seguridad y sobre la mayoría de jubilados y mujeres embarazadas que estaban en las cercanías de la fachada del banco.
Dos empleados de la empresa Prosegur quedaron heridos, uno de ellos muy grave. Cuatro mujeres embarazadas recibieron impactos de bala en distintas partes del cuerpo, aunque ninguna vio peligrar su vida. Quien cayó mortalmente herido fue Francisco Figueroa, un jubilado de 74 años, domiciliado en Trujui, que esperaba cobrar su sueldo. Las balas desgarraron su pecho. Era uno de los primeros de la fila. Murió camino al Hospital provincial Mariano y Luciano de la Vega.
Los delincuentes dispararon con armas largas –había al menos un Fusil Automático Ligero FAL, armamento utilizado por el Ejército Argentino- y de puño. Los custodios respondieron con revólveres. El portavalores logró empujar la saca con el dinero dentro del banco e inmediatamente el chofer del blindado arrancó, embistiendo una camioneta Peugeot Partner que bloqueaba el paso y escapó del lugar, como marca el protocolo interno. Los pistoleros, advirtiendo que el plan había fracaso, huyeron. A pocas cuadras –en Camilli y Bossi- abandonaron la Partner, pero siguieron la fuga con otros vehículos de apoyo.
La investigación
La pesquisa comenzó frenéticamente, luego del estupor inicial por el infierno desatado en pleno centro de Moreno. Los investigadores no albergaron dudas respecto a los perfiles de los malvivientes: eran delincuentes con experiencia –al menos la mayoría de ellos-, especializados en este tipo de asaltos y sociópatas. No se equivocaban.
Los primeros nombres que aparecieron fueron los de Mario Bagnera y su hermano Walter, Miguel Osvaldo Oliva, Abel Ángel Sánchez, Julio Adrián Alegre y Fernando Frías Farías. Todos ellos comenzaron a ser buscados por la justicia y su brazo auxiliar, la Policía. Las pruebas que fue recolectando la fiscalía a cargo del Dr. Gabriel Lorenzo, en aquellos años a cargo de la UFI Nº 4 del Departamento Judicial de Moreno y General Rodríguez, fueron abrumadoras. En el lugar del ataque quedó más de un centenar de vainas servidas de armas de distintos calibres. Además, todo el accionar delictual quedó filmado en las cámaras de seguridad. Hubo testimonios que permitieron confeccionar identikits –todos los hampones intervinieron a cara descubierta- y se recolectaron huellas dactilares en la camioneta Partner abandonada. No fue un “trabajo” prolijo por parte de los delincuentes.
Mario Bagnera se entregó días después en la sede fiscal, acompañado por su abogado Horacio Augusto Ruiz. A finales de agosto del 2014, el abogado Ruiz fue asesinado de un disparo en la cabeza cuando salía de su casa en el barrio porteño de Villa Devoto. Fueron testigos del homicidio su esposa y su beba. Horacio Augusto Ruiz era un reconocido abogado penalista que defendió, entre otras personas acusadas de narcotráfico, a “Mameluco” Villalba. Le disparó un sujeto a un metro de distancia, sin mediar palabras. La justicia descartó un robo, centrando el suceso en un ajuste de cuentas por motivos desconocidos.
Ese mismo mes de agosto había caído en Castelar, Fernando Frías Farías, considerado por la justicia junto a Mario y Walter Bagnera, como los cabecillas de la banda que intentó asaltar el blindado en Moreno. Había cambiado su nombre y su lugar de residencia, pero un dato puso a la Policía tras su pista. Escuchas telefónicas dieron indicios de que se preparaba para cometer otro asalto. Fue capturado cuando salía de su casa, con la intención de reunirse con un supuesto cómplice. También tuvieron como destinos los calabozos Miguel Osvaldo Oliva y Abel Ángel Sánchez.
Mario Bagnera fue detenido también en agosto, pero del 2015. Fue apresado en Uruguay, donde estaba escondido. Bagnera había sido uno de los 13 condenados que escapó por un boquete de la cárcel de Ezeiza en el año 2013. Los reclusos hicieron un hueco en el piso de concreto, que los conectó con un túnel y lograron salir al exterior. Cuando el recuento de internos arrojó el faltante de 13, comenzó la persecución. Dos fueron recapturados inmediatamente. Ocho en ese mismo año. Uno de los evadidos, de nacionalidad brasileña, murió acribillado por la policía en su país natal. Los últimos fueron Mario Bagnera y Martín Espiasse Pugh. Espiasse Pugh recién fue atrapado en Mendoza, en diciembre del 2017. Había sido condenado en Chubut por el asalto a un camión blindado, donde mataron a dos policías, en julio del 2007. Luego de escuchar aquella sentencia, lo remitieron a la cárcel de Ezeiza, un penal de máxima seguridad. Se presume que él y Bagnera fueron los cerebros del escape. En los cuatro años en que Espiasse Pugh estuvo prófugo habría continuado con su seguidilla delictiva, incluso se sospecha que robó once millones de dólares en Chile, junto a una banda armada en el país trasandino.
Bagnera estaba en Uruguay con una identidad falsa. Decía llamarse “Richard Edinson Rivero” y tenía una cédula de entidad que así lo acreditaba. Las versiones respecto a cómo fue detectado difieren. Una afirma que la delación la realizó un preso que habría sido traicionado por Bagnera y que sabía dónde se ocultaba. Otra, que la mujer con la que estaba lo denunció por violencia de género y que reveló su verdadero nombre. Lo cierto es que fue extraditado a la Argentina meses después.
La justicia, además de acusarlo como uno de los jefes de la banda que intentó asaltar el blindado en Moreno y matar al jubilado Francisco Figueroa, sospecha que participó del robo al Bingo de Castelar. Cuando escapó de Ezeiza, Bagnera purgaba una condena por el sangriento y también frustrado asalto a otro camión de caudales, hecho ocurrido el 23 de noviembre del 2010 en el ramal Campana de la Panamericana. Allí asesinaron a dos policías.
Todos ellos esperan el juicio por los sucesos en Moreno que se realizará en Mercedes, durante el mes de marzo del 2020. Julio Adrián Alegre –antes Carlos Alberto Rodríguez- era el último prófugo identificado de la gavilla que intervino en el hecho. La justicia aún desconoce quiénes fueron los miembros restantes.