Dos hombres que están detenidos desde hace dos años acusados de haber violado a siete mujeres luego de drogarlas con la denominada «burundanga» y raptarlas de boliches del oeste del Gran Buenos Aires, pactaron en un juicio abreviado una pena de 13 años de prisión, informaron fuentes judiciales.
Se trata de Cristian Alberto Omar Yenzi Muñoz (31) y Nahuel Alejandro Araya Valdez (31), cuyas defensas llegaron a un acuerdo con el fiscal Eduardo Lennard para evitar el juicio oral que debía realizarse ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 3 de Mercedes.
En el juicio abreviado, Yenzi y Araya se declararon culpables y acordaron cumplir una pena de 13 años de cárcel, logrando así una considerable reducción de las eventuales condenas que podían llegar a recibir en un debate.
Es que la causa había sido elevada a juicio por el fiscal de instrucción de Moreno Gabriel Lorenzo como «rapto, abuso sexual agravado por ser cometido con acceso carnal, por ser gravemente ultrajante y por la pluralidad de intervinientes, y robo, todo en concurso real y en forma reiterada».
Lo que se les imputó son cinco hechos con un total de siete mujeres abusadas sexualmente y una octava, menor de edad, que fue rescatada del auto de los imputados cuando ya estaba drogada.
Al estar en «concurso real» todos estos delitos permitían la sumatoria de penas con un límite que, desde la denominada «ley Blumberg», llega a los 50 años de prisión.
Según las fuentes consultadas por Télam, Araya firmó su juicio abreviado el 11 de mayo y Yenzi lo hizo el 27 del mismo mes, y ahora sólo resta que el TOC 3 de Mercedes, integrado por los jueces Alejandro Caride, Eduardo Costa y Ricardo Marfía, homologue el acuerdo al que arribaron la fiscalía y las defensas.
Tanto Araya como Yenzi habían sido detenidos el 23 de julio de 2011 cuando fueron sorprendidos «in fraganti» saliendo de un boliche de Ituzaingó con una chica de 17 años drogada, pero el juez de Garantías de Morón que actuó en la causa, los liberó a las pocas horas porque aún no se sabía que ellos eran los mismos violadores buscados por el rapto y abuso de varias mujeres.
Cuando el fiscal Lorenzo de Moreno logró que se ordene la detención por una de sus causas, ambos sospechosos se fugaron y estuvieron prófugos durante varios meses hasta que en enero de 2013 fue detenido Araya y, dos meses más tarde, Yenzi.
Cuando elevó la causa a juicio oral, Lorenzo le imputó al dúo cinco hechos ocurridos a mediados de 2011 con ocho víctimas de entre 17 y 24 años -siete llegaron a ser violadas y la octava fue rescatada antes de eso-, que fueron raptadas de los boliches «Petra» de Moreno, «Ejemplo» de San Miguel, y «Me Vengo» y «Club Leloir», ambos de Ituzaingó.
Según la investigación del fiscal, los dos imputados seducían a las jóvenes invitándoles bebidas alcohólicas y diciéndoles que eran abogados, hijos de empresarios, políticos o funcionarios.
Incluso, en más de una oportunidad, los imputados mencionaban falsos vínculos con el juez federal porteño Norberto Oyarbide.
Sin que las chicas lo advirtieran, en los tragos que les invitaban, los imputados colocaban un fármaco con el que las mujeres quedaban en estado somnolencia y así las sacaban de los boliches.
Incluso, la Justicia logró recuperar algunos videos donde se ve a los acusados salir de los boliches con sus víctimas, ayudándolas a caminar, por el estado en el que estaban.
Si bien los investigadores policiales del caso los bautizaron en su momento con el nombre de «Los Chacales de la Burundanga» (nombre vulgar de la escopolamina), fuentes judiciales explicaron a Télam que en la causa está probado que lo que utilizaban era un ansiolítico llamado «lorazepam».
Siempre según la investigación, los delincuentes trasladaban a las víctimas a una propiedad donde solía pernoctar Araya, ubicada en la calle Berutti al 2300 de Moreno, donde eran violadas en forma reiterada, e incluso también les robaban dinero, alhajas y hasta los teléfonos celulares.
Los abusadores se movilizaban en un auto Chevrolet Astra gris propiedad de un tío del prófugo Yenzi que es policía federal y ese vehículo justamente estaba radicado en la comisaría porteña donde su dueño desempeñaba sus funciones, según determinó la fiscalía.
Las víctimas reconocieron en fotos a los dos imputados, así como también el auto que utilizaban y la casa de Moreno donde se cometieron las violaciones.