El golpe militar de 1976 fue la última interrupción democrática que debió sufrir la joven República Argentina. Historias poco conocidas que merecen salir a la luz en la región, en un tema, que aún a casi cuatro décadas, parece ser tabú.
Miércoles 24 de Marzo, 3:21 horas, plena madrugada. El éter es surcado por los acordes de una marcha militar, sobre la cual un locutor lee: “Comunicado Nº 1 de la junta de comandantes generales: Se comunica a la población que a partir de la fecha el país se encuentra bajo el control operacional de la junta de comandantes generales de las fuerzas armadas. Firmado: Jorge Rafael Videla, Teniente General, Comandante General del Ejercito”.
Este fue el inicio formal del período más oscuro de nuestra historia. Millones de argentinos desayunarían con la información de que ya no eran gobernados por un gobierno elegido por ellos mismos.
El “Proceso de Reorganización Nacional” cosechó rápidamente el apoyo de algunos gobiernos extranjeros, y con el visto bueno de Washington. Todos los mandatos políticos fueron derogados y los gobiernos provinciales y municipales (algunos no de manera inmediata, como veremos más adelante) fueron repartidos entre los miembros de las tres fuerzas armadas (Ejército, Armada y Aeronáutica). Cientos de personas fueron detenidas en esos días, muchos para no regresar jamás.
El ungido Presidente de Facto, Teniente General Jorge Rafael Videla asume la primera magistratura el lunes 29 de Marzo. Gobernaría hasta el 29 de marzo de 1981, cuando sería reemplazado por el General Roberto Eduardo Viola.
En esta aventura de delirio mesiánico lo acompañaban, en la superficie, el Almirante Emilio Massera y el Brigadier Orlando Agosti.
Uno de los golpes de estado más anunciado se ponía en marcha e iba a dejar marcas indelebles en la sociedad argentina, tema ineludible de debate social, político y económico, y que este año tomará un nuevo impulso cuando se cumplan casi cuatro décadas de su comienzo.
Durante años se esgrimió el argumento que un importante sector de la sociedad prestaba su consentimiento para, primero, romper el orden constitucional, y, posteriormente, avalar el gobierno dictatorial. Sería miope no reconocer que la población en su conjunto quería que el caos y la violencia que se vivía durante el gobierno de Isabel Perón tocara a su fin, pero sostener la existencia de una mirada complaciente ante las muertes, desapariciones, torturas y demás vejaciones cometidas por los miembros formales e informales de los usurpadores del Poder es, por lo menos, ilusorio.
El miedo y la falta de información, ayudaron a que muchas personas desconocieran lo que en realidad pasaba. La sociedad argentina no fue cómplice. El reino del terror hacía que muchos bajaran la cabeza y no pudieran manifestar su rechazo a lo que percibían, sin tener la certeza de lo que en realidad ocurría.
En los primeros días ocurrieron hechos que posteriormente se harían emblemáticas. En julio la masacre de los curas palotinos en la parroquia de San Patricio y la muerte de Mario Roberto Santucho, ambos en la Capital Federal. En septiembre, el secuestro de estudiantes secundarios en la ciudad de La Plata, en la tristemente célebre “Noche de los Lápices”.
La violación sistemática de las garantías constitucionales es sui generis, ya que ningún ciudadano puede elegir que artículos de la Constitución Nacional cumplirá y cuáles no. En su artículo 1º la Constitución Nacional reza “La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa republicana federal”. Si alguna duda queda, el golpe fue ilegal. Por lo cual, lo que es materia de discusión de juristas y constitucionalistas, pero que no debe escapar del sentido común, todo los actos fueron nulos de nulidad absoluta.
No solamente el gobierno de facto llevó adelante una lucha “política – ideológica”, sino que también atacó a las artes. La Universidad Nacional de Luján fue cerrada mediante la Ley 22.167 de 1980, que derogó la 20.031 que había dispuesto su creación en 1972 (la misma fue reabierta el 30 de Julio de 1984, y motivó que en el año 2007 fuera aprobada la Reparación Histórica por parte del gobierno nacional con motivo de la compensación a los perjuicios provocado por el cierre, con un aporte monetario que ascendió al monto de 50 millones de pesos) siendo la única que sufrió esa suerte durante esa nefasta época. También hay que recordar que la Universidad de Luján sufrió la desaparición forzada de personal docente y no docente, al igual que otras instituciones educativas a lo largo y ancho del país. El éxodo masivo de investigadores hacia un forzado exilio es muestrario suficiente de la política emprendida por los usurpadores del poder.
En materia económica el plan fue ejecutado con una maestría pasmosa. Hacia finales de la década del 60 del siglo pasado la tasa de crecimiento del producto de América Latina era del 5 % anual bajo la estrategia de sustitución de importaciones (es decir, apostar a la producción nacional de ciertos productos, protegiéndolos de la presiones extranjeras para ingresar sus productos al país), para bajar al casi 1 % anual bajo las políticas neoliberales. El cambio del paradigma se dio a nivel internacional y se vio reforzado con la asunción de Margaret Thatcher en Gran Bretaña y Ronald Reagan en los Estados Unidos, quienes dieron un vuelco al modelo Keynesiano o del Estado de Bienestar hacia la Reforma Neoliberal, que incluyó el abandono o recorte de las políticas sociales, reformas tributarias favorables a los sectores de altos ingresos, la privatización de las actividades a cargo de empresas del Estado, el recorte de la influencia de los sindicatos y la desregulación de los mercados. Durante este período de euforia financiera especulativa la Argentina y los otros países latinoamericanos fueron un destino preferente de la penetración de la banca internacional. La deuda externa argentina era, en 1975, de 8 mil millones de dólares y en 1983 de 45 mil millones. En el curso de 8 años creció más de 5 veces. El Producto Bruto Interno, a pesos de 1996, era en 1975 de 207 mil millones, y en 1983 de 227 mil millones; casi no creció la producción, poco más del 9 % en esos 8 años. Y la brecha entre el 10 % de la población más rica y el 10 % de la más pobre creció 5 veces (7,5 veces en 1975 y 12.5 en 1983). Un sistema económico que se mantuvo hasta principios del presente siglo y que explotó en el 2001/2002.
Los datos de los censos brindan un panorama sobre la composición de la Argentina. El censo nacional de 1970 arrojan una población en la República de 23.364.431habitantes y el 1980 de 27.949.480. La política económica que perjudicó de manera evidente a las economías regionales, lo que motivo una migración interna, que se focalizó en la provincia de Buenos Aires, especialmente en el conurbano. Mientras que el crecimiento poblacional nacional alcanzó el 19 %, el conurbano presentó un aumento del 27 % (del 5.380.447 en 1970 a 6.843.201 en 1980) superior a la tasa de natalidad, en detrimento de otras provincias.
La larga noche en Moreno
En el partido de Moreno gobernaba en los meses anteriores al golpe Luis Tulissi. Y su hijo, Emilio “Nito” Tulissi, era el Secretario General de la Intendencia. Más de 30 años después “Nito” Tulissi recuerda que “accedimos al gobierno en las elecciones del 11 de marzo de 1973 por la Alianza Popular Revolucionaria” un frente de centro izquierda que en esa elección quedó cuarto a nivel nacional, con algo más de 800 mil votos.
Recuerda Tulissi que el día 23 de marzo “estuve acompañando al Dr. Oscar Alende, en Canal 9, donde él tenía que grabar un discurso contra la posibilidad del golpe de Estado por su convicción democrática”, pero ya, como lo demostrarían los posteriores sucesos, “era tarde” cuando regresó a Moreno “me volví a casa, no me acosté, me quede en la cocina escuchando la radio, hasta que en la madrugada, escucho la marcha militar y el comunicado Nº 1” entonces “decido ir a la municipalidad, acompañado por mi hermano, yo era secretario de Gobierno y Hacienda; me quedé en el despacho hasta que, pasadas las 4 de la mañana, llega un camión del ejército, comandado por un capitán” quien le comunica que “las fuerzas armadas se habían hecho cargo del gobierno nacional, que el General Ibérico Manuel Saint Jean ocupaba la gobernación de la Provincia de Buenos Aires y que él tenía órdenes de intervenir la municipalidad”, el diálogo continúa “me pregunta si se encontraba el intendente, le digo que no y acto seguido llamamos a mi padre que se hace presente de manera inmediata” mientras tanto el capitán les comenta que “ellos venían preparando el terreno desde hace un tiempo, que sabían cómo era la administración de Moreno y que teníamos prohibido salir del partido y que debíamos informar los lugares donde estuviéramos”. Posteriormente “nos retiramos a la casa de una tía que teníamos en el barrio de Villa Herrero y a la tarde nos comunican que, así como había ocurrido en otros lados, las autoridades civiles de Moreno, debíamos hacernos nuevamente cargo de la administración” y, cuando volvieron, se encontraron “con algunas sorpresas; gente que pensaron que ya nos habían defenestrado y que tomaron medidas muy jodidas” ejemplifica “como sacarles las concesiones a las empresas que nos proveían combustibles, además de prohibir que nos cargaran naftas a nosotros” eran “cosas que empezaban a asomar en un horizonte que era muy negro, pero que aún no alcanzábamos a vislumbrar”.
Tulissi continúa con el relato “estuvimos unos días más, en medio de rumores de todo tipo, tratando de reubicar a la gente del Concejo Deliberante que había quedado disuelto” y refiere un hecho “el día 29 de marzo nos enteramos que en una quinta, lindante al Sindicato del Seguro, se había producido un enfrentamiento feroz entre gente del E. R. P. (N.deR. Estuvo presente en ese lugar Mario Roberto Santucho y el lugar se llamaba “La Pastoril”) y el ejército” cuenta Tulissi “hubo hechos estremecedores; por ejemplo el caso de un ingeniero de la localidad de San Fernando y su hija, quienes fueron acribillados, enterrados en el cementerio local, al otro día exhumados y trasladados a esa localidad; desconozco el nombre, sino ya lo hubiese difundido” relata otro caso “una chica, muy jovencita, que tenía una pequeña hija y que vivía en ese lugar, cuando vio que empezaban a cercarlos, huyó por los fondos con la nena, la dejó en una casa vecina y se volvió; con las consecuencias del caso” la historia estremece “cuando subieron el cuerpo al camión, antes de ser sepultada, uno de los militares dijo `esta boluda podría haberse salvado, y no quiso´” según la información que manejó Tulissi “todos esos cuerpos fueron inhumados como N. N. en el cementerio local”.
Tiempos turbios, tiempos raros “unos días después” sigue Tulissi “se presenta en la municipalidad el Brigadier López, que tenía el comando de la Brigada Aérea de Moreno, junto con un Mayor que venía a hacerse cargo de la administración local”. El aeronáutico era “Juan Carlos Lüscher, un nazi confeso, que toma las riendas de la municipalidad, quien comienza la persecución y quedan en manos de un tal Mayor Link las tareas pesadas que cumplían las tristemente famosas “Tres Marías”, quienes iban a lugares previamente señalados por gente que ya estaba comprometida de antemano con el golpe de estado”
Tulissi remarca que “nunca se va a saber cuánta gente desapareció en esos tiempos en Moreno” conoce algunos casos puntuales “como el de la familia Quiroga; también un jovencito que estuvo detenido y que se salvó milagrosamente y ahora vive en Luján, Tomadoni de apellido” respecto a este caso, relata “me entero en la madrugada del 30 de Marzo, por intermedio de la mamá y de la hermana, que había sido detenido junto con su esposa” esta detención ocurre en las inmediaciones del Sindicato del Seguro, en el ataque a la quinta “La Pastoril” de La Reja “ellos eran simples observadores de los sucesos, ya que vivían cerca, pero según los militares estaban involucrados en ese hecho” durante la detención “la pasaron muy mal y salvaron su vida de milagro”.
Continuando con el relato de la ocupación de la municipalidad de Moreno y la suerte de los dirigentes democráticos, “Nito” Tulissi señala que “viene posteriormente la detención de Luis Tulissi, en varias comisarías, una semana después, sin proceso ni argumento. Estuvo detenido e incomunicado en la Comisaría Primera de Moreno” pero “como en esa comisaría conocían a Tulissi, sabían quién era, lo trataban bien; por eso lo empiezan a trasladar, a la comisaría de Rodríguez, a la de Luján y de ese periplo por las dependencias policiales no hay ningún antecedente” cuestión que dice Tulissi no lo asombra pero “lo que sí me llama la atención es que hace unos años fui a la cárcel de Mercedes, donde al final estuvo detenido, y tampoco hay ningún registro de su paso por ahí”, en su caso personal “estuve un año prófugo, por llamarlo de alguna manera, con vicisitudes de todo tipo” pero cuando “me entere que mi causa o pedido de detención pasaba a la justicia ordinaria, me presenté. Si bien era cierto que no eran jueces sino funcionarios elegidos a dedo, ya la situación había cambiado” entonces “el Juez que me recibió se llamaba Carlos Capandegui y me dijo, tuteándome, “mira, no te voy a tomar declaración, porque no se que preguntarte” así que me dijo medio en serio, medio en broma “estuviste tanto tiempo prófugo, seguí 48 horas más hasta que llegue mi comunicación a las comisarías” y me fui”.
Una de las tantas situaciones irregulares que se evidenciaban durante la dictadura militar era la falta de registros de las personas alojadas en los centros de detención, ni hablar de los clandestinos, Tulissi relata “estuve privado de mi libertad, primero en la comisaría de Bragado y después en una sub comisaría de un pequeño pueblito llamado Gobernador Castro, entre San Pedro y San Nicolás” pero “no lo puedo probar, porque no hay ningún registro de esto” es más “hace unos años fui al Ministerio de Justicia, porque había un resarcimiento económico para las personas que habían vivido esta misma situación, el funcionario que me atendió me dijo que a nivel testimonial no servía” Tulissi le ofreció “el testimonio de gente que había estado detenida conmigo; pero me dice que tampoco servía” y la ironía no se hizo esperar “le dije que si quería que traiga al Teniente Coronel responsable de mi detención en persona para que testifique que sí había estado preso”, relata, sonriendo con amargura.
Con respeto a su padre “estuvo varias semanas detenido en las comisarías y meses en Mercedes, y luego liberado” pero “al año nuevamente fue detenido y cuando preguntó el motivo, el comisionado municipal de turno en Moreno le contestó que era porque se “andaba floreando por Moreno”, casi cómico”.
Los recuerdos llegan en torrentes “algo que me viene a la memoria es una situación con el Mayor Lüscher; cuando se hace cargo de la intendencia, me felicitó porque la plaza estaba muy linda; cosa que me causó mucha gracia y me dije: Bueno, si esa es la idea que tienen de una intendencia municipal, vamos por el buen camino” ironizó, pero posteriormente se sorprendió “me ofreció, en esa reunión, seguir en mi cargo; a mí y a todo el gabinete” pero “yo decliné, por obvias razones, algunos estaban indecisos”.
Épocas oscuras, donde debajo de la superficie, todo se volvía confuso “el comisario de la primera de Moreno era el señor Omar Hernández, un señor con todas las letras” porque “me consta que gracias a él salvo el pellejo más de uno, que caían en la volteada por el simple hecho de figurar en una agenda”.
La situación social, la mirada del común de la gente hacia el golpe del 76, según Tulissi era “me duele decirlo, de indiferencia y, en algunos casos, de apoyo” cuando “uno andaba por la calle días después del golpe y parecía que le habían puesto una mortaja al país”. Previo al golpe, Moreno no fue ajena a los que se vivía en otras partes de la República “para los militares nosotros, que estábamos en la intendencia, éramos prácticamente subversivos y para los grupos armados, nosotros no éramos representativos; se daba una situación paradojal” además “tenía reuniones con militantes de esos grupos, como el Negro Quieto y discutíamos; yo les decía, no había que ser un genio para darse cuenta, que si seguían por ese camino, se iban a quedar solos y que serían aniquilados, cosa que finalmente ocurrió” porque “la gente no estaba con la guerrilla”.
Tulissi cree que “una parte importante de la sociedad estuvo a favor del golpe” pero “no nos olvidemos que desde el año 30 era una política sistemática” en esos tiempos, también se “plegaron a la movida castrense algunos sectores políticos que creyeron que iban a sobrevivir, pobres infelices, haciéndose eco de las acusaciones que nos hacían los militares; si ellos nos venían a destituir, que querían que dijeran ¿que éramos maravillosos?” se indigna, pero “ el tiempo los castigó, porque después se fueron diluyendo, convirtiéndose en grupúsculos sin representación, hasta finalmente desaparecer”.
Los días posteriores al golpe también eran “de miedo. Tendríamos que recordar las tres camionetas azules, las “tres Marías”, porque eran de la VIII brigada aérea de Moreno ya que habíamos quedado en jurisdicción de la aeronáutica, emplazadas en la plaza. Y la gente que bajaba del colectivo, sorprendida, con su bolsito, con un susto terrible y que, por ahí, se llevaban al tipo porque se había olvidado los documentos o por portación de cara” además la situación era aprovechada, también de manera terrible ya que “conozco el caso de un pobre viejo que entró a robar unos choclos en un campo lindante al que ahora es el parque municipal “Los Robles”, que era propiedad de un Coronel, lo detuvieron y nunca más apareció”.
En Moreno, según los datos que maneja Emilio Tulissi, no hubo Centros Clandestinos de Detención permanente, pero si transitorios “me llegaron relatos que hablan de torturas en las comisarías; casos escalofriantes, dignos de la degradación humana más espantosa, como por ejemplo de una mujer que le cortaron los senos con una Gillette y dejarla así para que se infectará o de aplicarle picana eléctrica a un bebe, sobre el vientre de su madre”. Terrible, sádico, sin perdón.
Sorprende con otra historia “un abogado, Osvaldo Acosta, que vivía detrás de la casa de mi viejo, en Argentinidad y Rubén Darío, estaba escribiendo un libro, no político, sino económico, en una casa quinta que utilizaba como vivienda permanente y habitaba con su familia” en algunos párrafos era ayudado por Tulissi y una noche “yo me retiré temprano, alrededor de la 22 horas, ya que los colectivos en esa zona terminaban de pasar alrededor de esa hora. A la medianoche llegan tres camionetas del ejército y se los llevan a todos, incluidos los chiquitos de 2 y 3 años” y “él estuvo detenido en varios centros clandestinos y a su mujer, que era ingeniera y trabajaba para el I. N. T. A., los militares le llegaron a cobrar el sueldo, mientras estaba privada de su libertad” además “le sacaron el departamento que tenía en Capital, el estudio y a la quinta la saquearon; hasta los limones de las plantas se llevaron” remarca que “esto lo cuento por si alguno cree que la cuestión era simplemente ideológica. Los salvadores de la Patria se robaban los muebles para venderlos”. Nuevamente la ironía se hace presente otra vez “este abogado declaró en el Juicio contra la Junta. Y es casi graciosa la cosa, porque en su condición de abogado, cuando los militares tenían algún conflicto interno, como por ejemplo quien se había quedado con dinero en un procedimiento, él les hacia el sumario. Un rato picaneado, y al otro, sumariando al que lo picaneaba. Ni a Fellini se le podría ocurrir una cosa así”.
El semanario “Para Ud!” en su edición de la primera semana de Junio de 1976 refleja la asunción del nuevo comisionado municipal de Moreno de la siguiente manera “Asumió en Moreno el Intendente titular: En una breve ceremonia llevada a cabo el 26 de mayo en el despacho del Intendente Municipal, el Brigadier Antonio Diego López, jefe de la VIII Brigada Aérea, puso en posesión del cargo de Intendente Municipal del Partido de Moreno al Comodoro (R) Egidio José Eyherabide. Se hallaban presentes el Intendente Municipal Interino Mayor Juan Carlos Lüscher, jefes militares, funcionarios del Departamento Ejecutivo, Jefes de Dependencias Municipales, Representantes de la prensa local y nacional, el Sr. Comisario de Moreno, el Sr. Juez de Paz y otras autoridades de la zona.
Durante el acto hicieron uso de la palabra el Mayor Lüscher, quien entre otras cosas agradeció el apoyo y la colaboración prestada por el personal municipal en la tarea de reorganización del municipio, y al pueblo de Moreno por su patriotismo y la confianza que en él había depositado; y el Comodoro Eyherabide, manifestando el orgullo y la responsabilidad que para él representaba asumir ese importante cargo con el que había sido honrado”. Gobernaría los destinos locales hasta mediados de 1977.
El velo en General Rodríguez
La situación demográfica entre Moreno y General Rodríguez mantenía en aquellos tiempos casi la misma relación que en la actualidad. Mientras la primera tenía 114.041 habitantes según el censo de 1970, mientras en Rodríguez la población era 5 veces menos, 23.596 personas.
En las elecciones del 11 de marzo de 1973, según el decreto firmado por la intervención de la gobernación de la provincia de Buenos Aires, ponía en juego el cargo de intendente municipal, 14 escaños legislativos y 6 puestos de consejeros escolares.
En esa fiesta cívica, con el preámbulo de la llegada del General Perón al poder, resulta ganador Carlos Osvaldo Pasquale, candidato del Frente Justicialista de Liberación (5.819 votos), acompañado en el Concejo Deliberante por Desiderio Essain, Humberto Polverini, José Aníbal Rodríguez, Justa Aída Almeira Bayarsky de Peralta, Víctor Hugo Ubellart, José Piccardo, Jaime Pinjosovsky, Marcelo Ceraso y Pablo Travani. Por la Unión Cívica Radical (1.668 votos) ingresaron Aldo Maceratini y Octavio Bressani; por el Partido Renovador y Progresista (1.672 votos), Gladis Casteluccio y Jorge Piatti; y por el Partido Intransigente (1.130 votos), Alfredo Landi. En el caso de los consejeros escolares los mismos fueron Nilda Sallaberry, Norma Campoman, Juan Almada, Marta Cuello (Frente Justicialista de Liberación) María Rossi de Colobraro (U. C. R.) y María del Carmen Soriano (Partido Renovador).
Pascuale señalaba en su discurso de asunción que “la Argentina está entrando en una verdadera guerra de liberación, en nosotros está el saber capitalizar el triunfo para que de una vez el pueblo deje de escuchar promesas y vivir realidades. Es por eso que mis colaboradores y yo nos comprometemos ante ustedes y ante sus hijos, a no escatimar esfuerzos para llevar a cabo lo que la Patria Justicialista espera de nosotros: el logro de una Patria socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana”. El oscuro velo del terror se encargaría de desmentirlo.
Hoy, sentado en una mesa de un bar, con un café de por medio, Carlos “Quico” Pasquale recuerda aquellos aciagos días, cuando era intendente municipal de General Rodríguez con 34 años, uno de los más jóvenes de la provincia de Buenos Aires “habíamos hecho una excelente elección en el año 73 con el Fre. Ju. Li (Frente Justicialista de Liberación), teníamos mayoría en el Concejo y asumo el 25 de mayo de ese año” además “con Victorio Calabró (Gobernador de la provincia de Buenos Aires) me unía una muy buena relación ya que de las pocas obras que se hacían en la provincia, algunas se hacían acá; por ejemplo en esa época se terminó la planta depuradora y se recibió dinero para algunos asfaltos”. Respecto a la situación financiera, recuerda Pascuale que era “muy complicada, corríamos contra la inflación; pese a eso siempre tuvimos superávit en la cuentas municipales, con un pico de la relación de la recaudación del casi 60 %; hicimos una administración muy prolija”.
Ya se empezaban a vislumbrar algunos problemas políticos internos “se produce una división dentro del Concejo Deliberante con sectores disidentes del Fre. Ju. Li. que se alían con el Manriquismo (Partido Renovador y Progresista); mientras que yo me manejaba con los sectores que quedaron en el oficialismo, con los radicales y el Partido Intransigente”.
Socialmente, General Rodríguez era muy diferente “teníamos mucha menos población y las instituciones estaban bien delimitadas; la cámara empresaria, el Rotary, el Club de Leones, los Bomberos Voluntarios y, además, funcionaba el Hospital Municipal “Bernardo de Irigoyen”, donde ahora son las dependencias de Acción Social” pero “había una Juventud Peronista muy fuerte; también había militantes del Ejército Revolucionario del Pueblo (E. R. P.) y de Montoneros. Conmigo ellos tenían una muy buena relación porque la conducción de estos grupos eran jóvenes y yo también” y acusa que “a muchos de los que hoy escucho decir que son peronistas en aquella época no los vi actuar, y no porque hubiera una diferencia generacional” Del golpe de estado, Pascuale se entera por “televisión; pero ya se esperaba, la cosa venía muy mal” además “habíamos tenido varias reuniones con el gobernador donde se planteaba la idea de que algo se estaba tramando” ya que “te diría que los otros partidos políticos golpeaban las puertas de los cuarteles; y algunos peronistas, también” porque “el gobierno de Isabel Perón, la presencia de López Rega, la triple A, mantenía a la gente en una efervescencia, en ebullición”.
En los días que antecedieron al golpe “no hubo hechos de violencia en la localidad. Posteriormente sí. Recuerdo que en una operación de la marina volaron una casa, sobre la calle Rivadavia, cerca de la calle Frondizi. Los rumores decían que en ese lugar vivían miembros del E. R. P. o de Montoneros” y “también hubo mucha gente que se llevaron de acá y que continúan desaparecidos” pero que “igualmente el pueblo de Rodríguez era más tranquilo, había más respeto por un montón de cosas, a pesar de que los movimientos juveniles ya empezaban a tomar forma y se iban ubicando dentro de la sociedad”.
El día después del golpe, según la visión de Pasquale era que “la gente estaba pendiente de lo que pasaba y creo que nunca se tomó conciencia; la gente pensaba que esa era la solución para arreglar el país y esa no fue la solución; al contario” además “el otro día escuchaba una entrevista que le hacían a Susana Giménez, donde ella decía que en su trabajo no se enteraba de nada, que no tomaba conocimiento; eso pasaba en general” y se pregunta “si no tomaban conciencia algunos porque no querían y hacían oídos sordos, o el desconocimiento era real” en su caso sabía porque “lo palpaba en los mismos compañeros y, además, tenía una buena relación con la revista Línea, que conducía José María Rosa y estábamos más empapados en el tema”, en esa época “todo el mundo agachaba la cabeza; no había una lucha de resistencia”.
El 24 de marzo, una vez enterado del golpe, envía su renuncia “al gobernador de la provincia, a primera hora de la mañana, a través del telégrafo, que tenía su oficina sobre la calle Carlos Pellegrini, entre Whelam y España” e inmediatamente “regreso a la municipalidad porque había un concepto general de todos los intendentes de no entregar la municipalidad porque después te podían acusar de cualquier cosa” el Concejo Deliberante “fue clausurado por la Policía; el Comisario era de apellido Mastrotta, quien vivía en Chivilcoy” y “dos días después me presenté en el Ministerio de Gobierno de la provincia y les dije que era el Intendente renunciante y que había que solucionar muchas cosas, porque Calabró me había entregado 200 millones de pesos de esa época para comprar guardapolvos, zapatillas, libros, útiles para el inicio del ciclo lectivo y me dijeron que no me haga problema, mandó a las inspectoras zonales, hicimos la licitación compramos y después fuimos todos juntos a entregarlos”.
Pasquale quedó a cargo de la custodia de los bienes municipales hasta el 6 de mayo de 1976 en horas de la mañana, cuando por imperio del decreto provincial Nº 229/76 entra en funciones el Mayor (R) Mariano Isabelino Ferreyra, quien estará al frente del estado municipal hasta noviembre de1978. General Rodríguez estaba bajo la órbita de Regimiento de Infantería Mecanizada Nº 6, con asiento en la localidad de Mercedes .
Recuerda Pasquale que “junto con de Lucía de Luján, fuimos dos de los intendentes que más tiempo quedamos posterior al golpe. A raíz de esto muchos compañeros disidentes que quedaron dicen que yo fui el primer intendente de la dictadura. Es lamentable” finalizó.
La justicia
La única manera que se cierren estas heridas, que aún a casi cuatro décadas del golpe de Estado siguen abiertas, es con justicia. No puede haber olvido de estos crímenes que se han llevado miles de vidas, muchas de ellas por haber cometido el delito de pensar distinto. Esta debe ser buscada con ahínco por la sociedad en su conjunto, para que las generaciones venideras, sepan que esto que nos ocurrió, no puede ocurrir nunca más.
Bibliografía:
“Historia del partido bonaerense de General Rodríguez” de Luis Besozzi. Ed. Dunken. 2005
“La economía Argentina” de Aldo Ferrer . Ed. Fondo de Cultura Económica. 2005
Semanario “Para Ud!” de la 3º semana de febrero y 1º semana de junio de 1976. Archivo del autor.
Revista “Caras y Caretas” Nº 2.196, año 45, marzo del 2006.
“Los golpes militares” Félix Luna, publicado por el diario “La Nación”. Nov. 2003
Reseña del hallazgo de cuerpos
Noticias en los medios locales
Unos de los hechos consignados en el informe de la CoNaDeP “Nunca Más” refiere el hallazgo de 3 cuerpos en Moreno, el 5 de febrero de 1976. El Semanario “Para Ud!” del partido de Moreno, reseñaba el hecho en su edición de la tercera semana de febrero de la siguiente manera “En la calle Muraca cerca de ruta 25 jurisdicción Cuartel 5º de Moreno, fueron hallados el 7 de este mes a las 11:30, los cadáveres de Héctor Oscar Echeverría, que era delegado obrero de los Astilleros Mestrina de Tigre; Luis Cabrera, también delegado gremial de los Astilleros Acuamarine y de Rosa María Casariego, maestra y compañera de Cabrera, los que se encontraban con los ojos vendados, las manos atadas hacia atrás, presentaban impactos de bala y se encontraban descalzos.
Los tres con residencia en el partido de Tigre, fueron sus cuerpos llevados allí y velados en el Sindicato Obrero Naval.
Realizado en perfecto orden el traslado de los tres cuerpos al cementerio de Tigre y ser inhumados, a las 13.15 personas que habían estado en los actos del velatorio y sepelio, expresaron testigos, efectuaron un ataque a la comisaría de Tigre, debiendo intervenir por solicitarlo la policía tropas del Cuerpo de Infantería de Ciudadela 601 y de la guarnición de Campo de Mayo”.
Denuncia sobre la existencia de tumbas N.N. en Moreno
«Integrantes de la Comisión de Derechos y Garantías de la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires se trasladaron el 22 de diciembre de 1983 al Cementerio de Moreno, al Oeste del Gran Buenos Aires, para iniciar una investigación en torno de la inhumación irregular de 23 cadáveres N.N. en esa necrópolis, entre los que habría varios pertenecientes a menores de edad».
(Diario «Tiempo Argentino» del día 23 de diciembre de 1983).
Secuestro de Mujeres Embarazadas
En el informe de la Comisión Nacional de Desapariciones de Personas (CoNaDeP) “Nunca Más” figuran dos casos de secuestros de mujeres embarazadas, en la localidad de Moreno.
Secuestrada: Porcel, Gladys del Valle
Zona de Secuestro de la madre: 1/16/162
Fecha de secuestro: 28 de octubre de 1976
Tiempo de embarazo al momento del secuestro: 5 meses
Vista en CCD (Centro Clandestino de Desaparición): El Vesubio
Zona de CCD: 1/11/114
La joven fue secuestrada durante un operativo realizado por Fuerzas Conjuntas en su domicilio de Moreno (Provincia de Buenos Aires) el 28 de octubre de 1976. Junto con ella fueron secuestradas otras dos personas. Estaba embarazada de 5 meses.
Gladys fue vista por sobrevivientes del centro clandestino de detención denominado «El Vesubio», donde permaneció hasta que, ya con su embarazo muy avanzado, fue llevada «al hospital» para tener familia.
La joven y su hijo que debió nacer en cautiverio continúan desaparecidos.
Secuestrada: Sintora, Norma
Zona de Secuestro de la madre: 1/11/162
Fecha de secuestro: mayo / junio de 1977
Tiempo de embarazo al momento del secuestro: 8 / 9 meses
Se desconoce la circunstancia en que desapareció Norma. Puede ser a fines de mayo o principios de junio de 1977, en Moreno (Provincia de Buenos Aires).
Norma estaba embarazada de 8 ó 9 meses. Tanto la madre como su hijo permanecen desaparecidos.