Los vecinos del barrio José C. Paz están aterrados por dos bandas que dirimen diferencias a los tiros a cualquier hora. Estuvimos en el lugar entrevistando a Guillermo y a Carina, padres de un pequeño de 8 años que el domingo a la noche quedó, junto a su hermano de 17, en medio de un nuevo enfrentamiento con armas de fuego mientras iban a comprar hamburguesas. El más grande lo cubrió con el cuerpo mientras el padre que salió desesperado de su casa, ubicada a 50 metros, se interponía entre los grupos para parar la locura.
El pequeño habría recibido algún rebote de perdigones que no le ocasionó heridas graves. Pero en la huida, en medio de una crisis de nervios, se dobló un tobillo. Según denuncian los vecinos, la Policía tardó una hora en llegar a la esquina de Yersín y La Pampa. No hubo detenidos.
Luego de hacer la cobertura periodística, alrededor de las 12.40 de este martes 21 de febrero, nuestro productor y cronista de calle Rodrigo Solórzano se dirigió a la Comisaría 4º de Moreno (Cuartel V) para hacer imágenes de la fachada. Cuando ya se subía al auto salió un uniformado de la seccional policial que de mala manera (y con mal talante) exigió saber porque se filmaba el frente del edificio.
Esta persona no tenía el gafete correspondiente (como marca la normativa) para su identificación. Cuándo se le preguntó el nombre y jerarquía se negó a brindarla. Y requirió la documentación de nuestro periodista, sino iban a proceder a trasladarlo a la comisaría, que estaba a 30 metros.
Dentro de la dependencia, Solórzano vació los bolsillos y lo obligaron a mantener ambas manos contra la pared; ya había seis policías rodeando al trabajador de prensa. Con los documentos en mano (DNI y credencial de periodista) radiaron una averiguación de antecedentes y si existía pedido de captura. Sonó el celular de Solórzano. Cortó la llamada y este funcionario policial advirtió que no tocara el teléfono. Ante el reclamo de que se trataba de un periodista, este policía refirió que lo iba a apagar. Cuando se le dijo que no podía tocar el aparato, sentenció “que él no lo iba a tocar, pero que se podía caer”. Este diálogo se produjo ante la presencia de los otros uniformados.
Luego de 15 minutos, se le devolvió la documentación a Rodrigo Solórzano. Nunca se identificó este individuo, solo respondió ante la insistencia que se trataba del jefe de la seccional 4º. Posteriormente pudimos averiguar que se trataría de un comisario de apellido Vizcarra. La buena noticia es que nuestro periodista no tiene antecedentes (que sería lo de menos) y tampoco pedido de captura (un gran alivio).
Al menos siete policías (los que se vieron) dentro de la dependencia, con dos patrulleros estacionados en la puerta más una moto policial. Y los vecinos reclaman vigilancia y seguridad para que no ocurra una nueva tragedia en Cuartel V.