Desde temprana edad, aprendemos las propiedades del agua: sus diferentes estados, su composición química, su valor sanitario, ambiental y hasta económico. Y, sin embargo, la ciencia o, mejor dicho, sus hacedores, demuestran que siempre puede haber algo desconocido por develar.
Hasta ahora, se sabía que dos gotas, al ser absorbidas por una superficie porosa, como una esponja o un ladrillo, perdían su individualidad y se fusionaban. Sin embargo, cuando este material tiene dimensiones nanométricas -un nanómetro es la millonésima parte de un milímetro- su comportamiento cambia. Esto fue lo que descubrió un grupo de investigación del CONICET conformados por varios especialistas de diferentes disciplinas.
“Llevamos mucho tiempo haciendo experimentos y lo que encontramos fue realmente fabuloso”, celebró Galo Soler-Illia, director del Instituto de Nanosistemas de la Universidad Nacional de San Martín (INS, UNSAM) a la Agencia CTyS-UNLaM. Hallaron que, sobre una película muy delgada cuya superficie está cubierta de nanoporos, el agua se particiona, formando gotas que no se fusionan.
“Cuando metemos una medialuna en un café, el líquido se mete por los poros, se absorbe. Pero lo que ocurre en contacto con una superficie nanoporosa es todo lo contrario. Las gotas comienzan a hacer una fuerza determinada, ejercen presión, haciendo que se choquen unas con otras, se empujen y generen una compartimentalización acuosa”, explicó. En otras palabras, esta “compartimentalización” es la división de un medio acuoso en diferentes “habitaciones” o “compartimentos” donde cada uno puede tener condiciones distintas.
En este proceso, la gota cambia de forma, se “parte”, un fenómeno que, hasta ahora, solo se lograba mediante el uso de especies químicas. “Se da una especie de nano hidrostática o nano hidráulica, porque se producen fenómenos de presión suficientemente fuerte que hacen que una gota se vea impedida de avanzar frente a otra”, remarcó Soler-Illia.
Marianela Ríos (Agencia CTyS – UNLaM)