En un nuevo aniversario del Día Internacional del Libro, conmemoración celebrada con el objetivo de fomentar la lectura, es primordial destacar la labor de los docentes en este hábito y preguntarse ¿Cómo se forma un lector?
Este desafío no es una tarea sencilla. Desde la escuela se prioriza que los alumnos no sólo adquieran conocimientos a través de los libros, sino también fortalecer su crecimiento personal, su participación en la vida ciudadana y principalmente el ejercicio pleno de sus derechos.
En este sentido, cada docente toma a la lectura como base fundamental de todas las prácticas pedagógicas que realiza.
Sin embargo uno de los primero obstáculos con que se topa un docente a la hora de enseñar a leer, es la negativa de los alumnos ante ésta práctica. Muchas veces por vergüenza o propia inseguridad, los chicos no logran sortear dichas limitaciones. Es allí donde el docente tiene que facilitar las herramientas para que sientan que ellos son capaces de hacerlo.
El hábito de leer no sólo genera en el alumno la creatividad y la adquisición de nuevos conocimientos, sino que a su vez, tal como valora el director General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires, Alejandro Finocchiaro, les brinda la posibilidad de recobrar el pasado, saber qué pensaban y qué sentían las personas que vivieron hace miles de años; conocer sus expectativas, sus anhelos, sus deseos y sus perspectivas del mundo.
Para el docente, el escuchar leer a sus alumnos, es una gratificación inmensa, ya que se ve materializado el acompañamiento constante para que el hábito de lectura sea naturalizado por los chicos.
Prensa Educación.