Una serie de homicidios enluta a la comunidad de la localidad morenense de Cuartel V. Fueron cuatro muertes violentas en el curso de 10 días. Al menos dos de ellos serían resultado de la conflictividad social de la zona que está en ebullición.
Baleado en una cancha de fútbol
Eduardo Javier González tenía 23 años. Murió durante la noche del feriado del 18 de agosto. Vivía junto a su familia en el barrio Milenio. Trabajaba en la construcción.
Los datos obtenidos por fuentes oficiales -y corroborados por sus familiares- indican que durante la tarde de ese día lunes un grupo de jóvenes tuvo un altercado en la plaza ubicada en la esquina de Ángel Gallardo y La Música. La pelea se habría debido al robo de una moto. Este espacio verde está ubicado en la esquina de la casa de la familia González.
Horas después, mientras los jugadores de un intenso partido de fútbol se disponían a compartir una improvisada cena en el predio deportivo -pollo al disco preparado por uno de los chicos-, aparecieron en la esquina de Gallardo y Mistral dos vehículos. Los testigos lo identificaron como un Peugeot 505 azul y un Renault 11. Sin mediar palabras comenzaron a disparar contra la decena de personas que se encontraban en la cancha. La desbandada fue general. Posteriormente los agresores escaparon.
A menos de 100 metros cayó herido Eduardo Javier González, de 23 años. Un disparo con una arma calibre 22 le había ingresado en la espalda, a la altura del riñón derecho. Sus amigos no perdieron tiempo y lo trasladaron al hospital Mercante de José C. Paz. Falleció mientras era asistido por los médicos del centro sanitario.
Las fuentes consultas indicaron que Eduardo Javier González nada tuvo que ver con la anterior pelea. Tampoco lo habrían tenido ninguno de los muchachos que se quedaron después de jugar al fútbol. La indignación se apoderó del barrio.
Ya en la tarde del martes el estado de ira del barrio llegó a su punto máximo. Los atacantes habrían sido identificados por algunos de los jóvenes que estaban junto a Eduardo González. Y ante la poca respuesta de la justicia, decidieron aplicar justicia pero por mano propia. Incendiaron dos viviendas, una en el barrio Milenio y otra en el barrio Sancho. Allí se habrían refugiado los agresores, que a esa altura ya habían escapado.
La Policía de Cuartel V llegó a aprehender a un joven de apellido Sánchez, al que posteriormente, luego de tomarle declaración, fue liberado por orden de la fiscalía interviniente. Sánchez sería familiar directo de quienes encabezaron el ataque.
En la noche del jueves siguiente los vecinos, amigos y familiares de Eduardo González se manifestaron frente a la Comisaría 4º de Moreno. Allí cortaron el tránsito sobre la Ruta 24 y quemaron neumáticos. La acción estaba planeada para ser repetida el viernes, pero una reunión entre Aldo González y Claudia Marcela Palomo -los padres de Eduardo- y el fiscal Gabriel Lorenzo desestimó la protesta a la espera de resultados.
Hasta el momento no se produjeron detenciones.
¿Mafia de los terrenos?
Mientras los familiares de González se manifestaban frente a la seccional policial, efectivos de esa repartición llevaban adelante una serie de allanamientos para detener a los supuestos autores de un crimen ocurrido al filo de la medianoche del miércoles 20 de agosto.
Según los testimonios de funcionarios ligados a la investigación, cerca de las 23 horas de ese miércoles, al menos dos individuos atacaron a una persona en el asentamiento denominado «23 de diciembre», con mayoría de habitantes de nacionalidad paraguaya.
Los desconocidos balearon a Elileo Monzón, de 23 años. El arma utilizada fue un calibre 38 y recibió dos impactos en el pecho, que le ocasionaron la muerte instantánea. Cayó sin vida en la esquina de Arechavala y Loeffler. Recién horas después fue advertida la policía del suceso.
Pero antes, vecinos avisaron a un hermano de Monzón, quien llegó y comenzó a velar in situ al cadáver. Un hecho inédito, lleno de dolor e impotencia.
Cuando los uniformados llegaron al lugar, pese a la modificación de la escena del crimen, lograron recoger indicios -que sumados a algunos testimonios de testigos renuentes- permitieron individualizar a los supuestos atacantes.
Con la anuencia de la fiscalía Nº 4 del Departamento Judicial de Moreno y General Rodríguez -previa autorización del Juzgado de Garantías en turno- se procedió, menos de 24 horas después de la muerte de Monzón, a llevar adelante una serie de allanamientos en la zona que permitió detener a dos individuos -quienes al igual que el fallecido- serían de nacionalidad paraguaya. Los policías además secuestraron dos armas: una calibre 22 automática y un revólver calibre 357, que utiliza munición calibre 38. Ahora esta última está siendo periciada para determinar si fue utilizada para asesinar a Monzón.
El móvil del crimen sería una deuda que mantendría Monzón con los asesinos -u otras personas que utilizarían individuos de esta calaña como sicarios- por la venta de predios usurpados. Monzón habría sido tomado como ejemplo para que aquellos que adquirieron terrenos irregulares no se atrasen en el pago de las «cuotas». El submundo delictual se apoderó sin dudas de este asentamiento. La justicia pretende profundizar la investigación con otros datos.
Ataque mortal
Para reforzar esta línea investigativa, una semana antes se había producido un ataque en este mismo asentamiento. Aunque el modus operandi fue distinto, los pesquisas creen que el móvil habría sido el mismo.
Rubén Darío Alvarenga tenía 28 años. Estaba en una casilla sobre la calle Ricchieri y Miranda. A las tres de la mañana del miércoles 13 de agosto desconocidos patearon la puerta e ingresaron a la precaria vivienda. Lo mataron de 4 disparos y de varias cuchilladas. Salvajismo absoluto.
Alvarenga también mantendría una deuda con quienes le vendieron el terreno. La instrucción de la causa recayó en la UFI Nº 3 del Departamento Judicial de Moreno y General Rodríguez a cargo de la Dra. Luisa Pontecorvo. Aún no se habrían producido detenciones.
Morir por un par de zapatillas
El último hecho de sangre en Cuartel V se produjo durante la noche de este sábado 23 de agosto. En la zona de la Ruta 24 y Ricchieri ladrones abordaron a un joven para sustraerle los objetos de valor que poseía.
Los datos indican que el muchacho intentó defenderse y se trabó en lucha con los delincuentes. Fue baleado con un arma 9 milímetros. Habrían llegado a desapoderarlo de la billetera, el celular y de las zapatillas.
Gravemente herido fue trasladado al hospital Mariano y Luciano de la Vega, pero falleció en el camino. Aún no pudo ser identificado, y su cuerpo permanece en la morgue judicial de General Rodríguez.
Cerca de las 23 horas de ese mismo sábado llegó al nosocomio morenense otro joven, herido con un arma de grueso calibre. Ante las incongruencias manifestadas por el muchacho lesionado y las tareas investigativas del personal de la Comisaría 4º, se procedió a imputarlo por el homicidio ocurrido minutos antes. Se sospecha que recibió el disparo mientras forcejeaba con la víctima y que la bala salió de su propia arma.
Horas después cayó su supuesto cómplice. Ambos quedaron a disposición de la UFI Nº 4 del Dr. Gabriel Lorenzo.