Detuvieron a la asesina del dueño de la heladería «Venezia» de Moreno

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La acusada, identificada como Paula Mariana Romano (33), fue detenida por personal de la División Homicidios de la Policía Federal Argentina (PFA), y quedó imputada por el “homicidio agravado” de Julio César Vitoria (62).
Una mujer fue detenida tras ser acusada del crimen de su amante, dueño de una heladería con el que hacía una década tenía una relación y que fue encontrado asesinado a puñaladas y atado en un aparente «juego sexual» en su casa del barrio porteño de Flores, informaron hoy fuentes judiciales y policiales.
La acusada, identificada como Paula Mariana Romano (33), fue detenida el martes 6 de octubre por la tarde por personal de la División Homicidios de la Policía Federal Argentina (PFA), y quedó imputada por el “homicidio agravado” de Julio César Vitoria (62).
Romano, quien el miércoles pasado se negó a declarar al ser indagada, fue detenida tras una investigación de 15 meses realizada por los detectives de Homicidios y encabezada por la fiscal Silvana Russi y el juez Guillermo Rongo, ambos del Fuero Nacional en lo Criminal de Instrucción.
Las claves fueron los mensajes de Whatsapp que la imputada le envió a la víctima, las declaraciones del entorno del comerciante que sindicaron como sospechosa a una tal “Paulita” y las cámaras de seguridad cercanas al domicilio del heladero que grabaron a la sospechosa merodeando la escena del crimen.
El crimen fue registrado el 29 de julio de 2014 en el departamento de la víctima, ubicado en el primer piso “7” de la calle Bacacay 2647 del barrio porteño de Flores.
De acuerdo al expediente, el hijo de Vitoria, de nombre Juan Manuel, ingresó al día siguiente a la casa de su padre, y encontró su cadáver en la cama, desnudo, con heridas cortantes en el torso y en el rostro, un cordel en el cuello y las manos atadas con corbatas y pañuelos de seda.
Durante la inspección de la escena del crimen, además, pudo determinarse que a la víctima le faltaban 30.000 pesos en efectivo de la recaudación que había retirado de su heladería denominada «Venezia» ubicada sobre la avenida Joly, lindante con la catedral de Moreno.
El médico legista que trabajó en el lugar realizó un informe en el que afirma que las ataduras en las manos de Vitoria no tenían la presión suficiente como para impedir completamente sus movimientos.
Por esta razón, los pesquisas creyeron que la víctima se sometió voluntariamente en el marco de un aparente juego sexual, y que el asesino aprovechó la confianza y la posición de vulnerabilidad para atacarlo.
Quien cometió el crimen se llevó el arma homicida -cuchillo dotado de filo y punta-, un juego de llaves y dos teléfonos celulares que usaba el comerciante.
Varios miembros del entorno del heladero, quien además era militante de Derechos Humanos, declararon ante la fiscal Russi que Vitoria mantenía desde hacía 10 años una relación con una mujer menor que él a la que conocían como “Paulita”.
Incluso, varios amigos de la víctima contaron que horas antes del crimen el propio heladero les contó que esa noche iba a tener un encuentro en su casa con la chica y mostró las fotos de contenido erótico o los mensajes de Whatsapp que la sospechosa le enviaba.
Según esos testigos, la chica le decía que se preparaba para «la fiestita”, porque iban a hacer “cositas raras”, que “se dejara” y que lo quería “atar”.
De acuerdo a la investigación “Paulita” era Romano, una joven que en 2003 había comenzado a trabajar para Vitoria como moza en un bar que el comerciante tuvo en el barrio porteño de Palermo.
Algunos testigos indicaron que la chica era “adicta al sexo” y que pese a que siempre tuvo novios y ahora estaba casada y tenía hijos, seguía manteniendo la relación de amante con Vitoria y sus parejas lo sabían.
La propia víctima le contó a su entorno que “Paulita” era la única mujer a la que llevaba a su casa y que cada vez que se veían la ayudaba económicamente y le daba entre 300 y 1.000 pesos.
La fiscal Russi logró que el juez Rongo ordenara un allanamiento en la casa de Romano, en el barrio porteño de Belgrano, y allí fueron secuestradas una notebook y dos teléfonos, el de la sospechosa y el del marido.
Romano había borrado todo el historial de mensajes pero en el teléfono de su marido, la Justicia obtuvo un mensaje de Whatsapp clave en el que pasadas las 4 de la madrugada del 30 de julio de 2014 -siete horas después del crimen-, «Paulita» le escribió a su marido, quien también fue investigado en la causa, pero no hay elementos aún para imputarle ninguna participación en el hecho.
“No sé si reírme o llorar!!! Les podemos dar todo a nuestras hijas!!!”, decía el mensaje, lo que según fuentes judiciales, para la fiscal es una referencia al asesinato que supuestamente acababa de cometer y al dinero que había robado.
Otra prueba obtenida por los detectives de la PFA son una serie de videos de domos y cámaras de seguridad de la cuadra o las inmediaciones del domicilio de la víctima donde se observa que el día del hecho una mujer identificada por testigos como Romano -con tapado negro y peinada con rodete-, llegó a las 20.05, ingresó a las 20.48 con Vitorio a su edificio y salió sola a las 21.20 con una bolsa blanca en la mano.
Aunque los investigadores descartan que sea un caso de inimputabilidad, la fiscal Russi determinó que la sospechosa tiene antecedentes psiquiátricos y obtuvo sus historias clínicas de los hospitales Moyano y Pirovano.
Allí consta que Romano padece trastorno de impulsividad, tiene ataques de ira, fue consumidora de cocaína, que a raíz de los celos de su marido tenía un impulso incontrolable por serle infiel y, en algunas ocasiones, al vincularse sexualmente con los hombres sentía «asco» y «rechazo».