El dolor de una familia que perdió a un hijo absurdamente

La familia Manzur nunca olvidará el 26 de octubre. Será un día marcado para siempre. El dolor de haber perdido a uno de sus miembros y en forma sorpresiva, hace que además aparezcan esas preguntas que difícilmente tengan respuestas.
Pablo Manzur, de 37 años, se hallaba cerca de las 22 horas en el lugar donde se estaba por producir una gresca. Con poco para explicar, los hermanos Federico y Gustavo Vera salieron de sus casas y dispararon a mansalva. Lo mataron a él e hirieron de gravedad a otros dos hermanos, Alejandro y Sergio Montero; quienes pese a las complicaciones de salud que tuvieron a raíz del impacto de bala, se recuperan satisfactoriamente.
Pese a todo lo que se viene, el sufrimiento diario sigue. Luis Manzur, padre del joven asesinado, es quién apenas puede salir a hacer algún tipo de comentario ante la requisitoria de la prensa. Es poco lo que se puede decir en estos acontecimientos, pero valen sus palabras para aclarar el panorama. Tenía bronca por cómo sucedieron los hechos, pero también por cómo se informó a la comunidad los mismos: “Yo llamé a las redacciones de los semanarios para aclarar distintos temas, como el caso que Pablo no había recibido un disparo, sino que fueron dos. También se vislumbró en otro medio eran tres tiros agrandando la situación y que él estaba participando en una riña entre amigos, algo que también es inexacto, porque mi hijo no tenía ningún tipo de relación con los hermanos Vera. Por otro lado se indica que yo llevé a Pablo al hospital junto a los otros heridos, cuando en realidad yo no estuve hasta varios minutos después”.
Aquel 26 de octubre por la noche, Luis Manzur como uno de los principales referentes del Partido de la Victoria de General Rodríguez, estaba participando de la vigilia organizada en la plaza central Martín Rodríguez recordando la figura de Néstor Kirchner. Allí fue donde le avisaron que vaya a su casa de Villa Vengochea porque algo grave había ocurrido con Pablo: “Mientras estábamos en la plaza le agarró dolor de cabeza a mi señora y se fue a mi domicilio con mi hija. Al ratito me avisan que había un hecho grave, por lo que me tomé un remis y cuando llegué a casa estaba toda la gente afuera y nadie sabía decirme realmente que había sucedido”.
Según se estima, Manzur, luego de recibir los disparos estuvo al menos media hora tirado en el piso. Pese a que había trascendido que el propio padre los había trasladado hasta el hospital Vicente López y Planes, Luis aclaró: “La que los levantó y llevó fue mi hija Lorena, quién se había llevado el coche hacia su casa que es a unas siete cuadras del lugar donde sucedieron los hechos”.
Más adelante y hablando de la participación de su hijo en el contexto de la riña callejera expresó Luis Manzur. “Cuando hablé con un policía me dijo que Pablo participó de la cascoteada a la casa de los Vera. Yo le contesté que puede ser que haya estado, pero eso no le da la potestad a ninguno de los asesinos para que lo maten a quemarropa”, agregando que su acercamiento al lugar fue porque conocía a los hermanos Montero.
Manzur padre es enfermero con una amplia trayectoria. Recuerda que cuando habló con su hija Lorena le dijo que no se preocupara porque Pablo tenía dos agujeritos que no sangraban. “Hija me estás diciendo lo peor, porque está haciendo shock hipovolémico interno que se transforma en un cuadro muy grave”, admitió Luis, quién recordó que no tiene claro en qué condiciones llegó Pablo al nosocomio local. “Mi hija dice que le iba hablando e inclusive lo retaba por haber estado en ese lugar. Pablo le respondía que le ardía y le pedía perdón, es decir, creo que eso pudo haber pasado e inclusive no sé tampoco como se los terminó atendiendo dentro del propio hospital”, manifestó.
Por otro lado Luis habló acerca de la situación de la policía ante el crimen ocurrido: “Sinceramente trato de calmarme porque hay chicos que quieren tomar venganza o hacer algún tipo de acción belicosa contra esta familia Vera. Yo les digo que se calmen porque la justicia del hombre tiene que actuar y sino la divina sabrá lo que tenga que hacer. Hoy a la vida de mi hijo no me la devuelve nadie y por eso los Vera deberán pagar como cualquier otro asesino. Estoy trabajando en ese camino y por eso hablé con los responsables de la comisaría de Las Malvinas y con la fiscal en Luján, quién me dio detalles de cómo se está desarrollando la investigación y la búsqueda de los prófugos. Igualmente yo hasta que no los vea sentados frente a un banquillo no voy a estar conforme”.
Finalmente Luis terminó diciendo: “Estoy orgulloso de mi familia y vecinos, porque todos vinieron a contenernos en esta situación muy difícil que nos tocó vivir. Hasta en un momento salimos para el centro de Rodríguez a despejarnos un poco, porque son tantos los conocidos que no podíamos dejar de recibir gente que se ponía a disposición nuestra para colaborar en lo que necesitemos. A todos los tengo que dar las gracias”.

Dos prófugos por el homicidio
La muerte de Pablo Manzur, hasta el cierre de nuestra edición, tiene a las dos personas involucradas en condición de prófugos. Se trata de los hermanos Gustavo Javier Vera de 28 años y Federico Andrés de 22. De ambos no se volvieron a tener noticias desde el 26 de octubre pasado a las 22,45 horas. Fue minutos después de haber matado a Manzur y herido de bala a Alejandro y Sergio Montero, que decidieron, desde su casa ubicada en la calle Vengochea al 700 fugarse con destino incierto.
En esa misma noche la policía realizó una serie de allanamientos que involucraron a tres viviendas de la zona, pero en ninguna pudieron dar con el paradero de los autores de los disparos, por lo que rápidamente se generó el pedido de captura nacional, para evitar que se puedan fugar a otro país.
Desde el momento en que “los Vera” resolvieron no afrontar lo sucedido ante la justicia, se empezaron a generar una serie de versiones a su alrededor y especialmente los allegados a las víctimas los sindicaron como “vendedores de drogas” del barrio Villa Vengochea e inclusive se comentó que uno de ellos, tenía una causa por abuso sexual a una sobrina de 6 años en la provincia de Corrientes. Ambos datos, para en caso de existir intentar agregarlos a la causa, por el momento se continúan chequeando en las fuentes investigativas, dado que en los registros policiales y judiciales, no existen antecedentes que los involucren en tales aspectos. “No queremos decir que los delitos no existan, pero oficialmente no se han iniciado acciones ni por el tema drogas ni por el abuso”, indicó uno de los policías que están detrás de las pocas pistas que han dejado en la frenética huida.
Lo que si ya se pudo corroborar es que tanto Gustavo como Federico Vera tenían varios hechos de violencia en su haber. Justamente con Alejandro Montero, con el cual se inició la reyerta en horas de la tarde en un colectivo de la Línea 365 cuando provenían de José C. Paz, habían tenido un episodio de pugilato en una cancha de fútbol del barrio y muchos indican que desde ese momento quedó “la pica” entre las partes intervinientes.
Siguiendo con la misma fuente relacionada con la investigación, se especula que los fugados tienen que estar en lugares donde están siendo “bancados”, dado que no poseían el suficiente dinero como para poder moverse en solitario. Estaban trabajando en lugares que recibían una paga escasa y eso se reflejaba en la vida diaria, puesto que compartían la casa (junto a la familia de Javier) desde hacía unos meses. Por este motivo es que la mayor búsqueda se está dando en la provincia de Corrientes, de donde son oriundos y podrían poseer el asilo por parte de familiares.
Según se pudo conocer, los Vera habrían llegado a General Rodríguez hace menos de dos años. Al igual que muchas familias, tomaron un terreno y pese a no poseer los papeles en regla, comenzaron a construir una humilde casa donde pasaban los días.
Preparados para matar
Con respecto a lo que sucedió aquella fatídica noche del 26 de octubre, claramente Gustavo y Federico Vera habían llegado a la vivienda de la calle Vengochea con la idea de defenderse a los tiros. Sabían que los golpes que entre ambos le habían asestado a Alejandro Montero en el colectivo 365 generarían una reacción de sus allegados. Así fue que apenas ingresaron a su casa fueron directamente a buscar el arma que estaba envuelta entre las ropas del hermano mayor. Justamente la mujer de este último, María Luján Guilmen, al conocer algunos detalles de los incidentes, intentó ocultarla en uno de los roperos, pero la insistencia de su concubino y cuñado, determinaron que finalmente se las tenga que entregar. “Dame el arma porque a mí me llegan a poner un cohetazo y más vale que vos te pierdas del planeta, porque donde te encuentro te doy vueltas”, habría sido la advertencia de Gustavo hacia su mujer.
Por los datos que se pudieron consignar, fue en dos ocasiones que los Vera efectuaron disparos. En una primera salida habrían sido de tono intimidatorio, pero luego de unos minutos y a raíz de los cascotazos que golpeaban en el techo, es que nuevamente cargaron el arma y salieron a la calle, produciendo un verdadero desastre al matar a quemarropa a Manzur y herir de gravedad a los hermanos Montero.
Dado que la zona es por demás populosa, muchos vecinos habían salido a la calle al escuchar los disparos. Algunos de ellos le indicaban Vera que no utilice el revólver e inclusive los gritos eran dirigidos al mayor de los hermanos al cuál le decían “!Pará, que te pasa, estás loco!”.
Luego de disparar todo el cargador se hizo un silencio. Los hermanos Vera nunca más entraron a la vivienda y salieron corriendo raudamente del lugar si destino fijo. La familia de los prófugos fue puesta a salvo y se las reunió en la casa de la madre de Guilmen, donde permanecieron hasta que llegó la policía y tomó intervención.