La 19º edición de la Noche de los Museos brilló con 290 espacios abiertos de forma gratuita hasta las 2 del domingo con circuitos por toda la Ciudad de Buenos Aires y actividades especialmente pensadas para una velada nocturna con una importante convocatorio.
La propuesta, ya tradicional de la vida cultural porteña, colmó las expectativas de los organizadores. Para las 19, el Museo Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) tenía visitantes mientras que al Palacio de las Aguas Corrientes de Aysa se acercaron más de 7.000 personas en una propuesta multimodal que brindó talleres, baile, proyecciones y recorridos guiados por las distintas sedes y colecciones con propuestas para todas las edades. Al Museo de Arte Moderno, por su parte, llegaron más de 6.000 interesados, cifra similar a la que formó una extensa fila desde el Cabildo y la plaza de Mayo para ingresar al Museo del Bicentenario, en el ala sudeste de la Casa Rosada.
Las calles cortadas de la Ciudad de Buenos Aires invitaron a que un gran caudal de personas comience a fluir como río curioso por los museos porteños. Por ejemplo, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, ubicado en avenida San Juan 350 ofreció, además de sus muestras permanentes, seis propuestas novedosas: “Revelaciones de un mundo posible”, un recorrido accesible orientado a personas con discapacidad, “Otra vuelta más”, un espacio de reutilización creativa para familias, “Un decir al mundo” un espacio de escritura colectiva para público general y “Fluye con el río”, espacio de dibujo para público general.
También “Como estrellas en la noche”, un espacio de exploración lumínica para niños y niñas y “Colores danzantes”, espacio de creación pictórica a cargo de Nicolás Nacif.
Visitantes de todas las edades recorrieron durante la noche del sábado la sala A del Museo Moderno que despliega “Manifiesto verde”. Y pasaron desde una niña que posó a la cámara de su mamá mientras ella llevaba a su otro hijo en un cochecito hasta personas mayores que caminaban con la ayuda bastón. También asistieron parejas que disfrutaron de mirar los cuadros, abrazados. Desde hace años, la Noche de los Museos no conoce de franjas etarias y confirma que el arte no es solo para unos pocos.
Las obras que integran «Manifiesto verde», producidas entre la década de 1940 y la actualidad, son una celebración del arte como herramienta fundamental para descubrir la potencia de la Tierra y sus entornos. La realidad y la fantasía convergen en esta muestra donde los humanos se funden con la flora, la fauna, el aire, el agua y la tierra. El cuadro que se destaca en la sala es el de niños y niñas cargando una boa gigante, como si se tratara de una mascota amable. Los colores son vibrantes y el peligro se mezcla con la felicidad. Todas las obras en esta muestra vienen a romper la distinción entre lo humano y lo animal para dejar de relieve cómo la naturaleza no distingue jerarquías y que nuestra Tierra no es un simple suelo de explotación.
Con curaduría de Alejandra Aguado, las obras de «Manifiesto Verde» despliegan los lenguajes del Río Paraná, de los humedales, del Litoral, de las selvas misionera y amazónica, del paisaje andino. Ecosistemas que están librados a las industrias y que aclaman su emancipación a través de pinturas, dibujos, grabados y esculturas, donde encuentran lugar para respirar.
“A 18 minutos del sol” es otra de las muestras que se sumaron para la edición de la Noche de los Museos. Compuesta de dos salas, una clara y otra oscura, la exposición retoma la relación de nuestros pueblos originarios con el universo. La sala oscura está dividida en cuatro zona: la patagónica, el litoral, las tierras altas y las tierras bajas del noroeste argentino, el punto central es un espejo de agua que replica los observatorios de estrellas de diversas culturas de la cordillera de Los Andes que al reflejar el cielo eran al mismo tiempo un instrumento de observación y una imagen. Los telares cuelgan y muestran la naturaleza en un árbol o en un ñandú entre pulpos, flores y libélulas de colores estridentes.
En un estallido de colores vibrantes, las personas se sacaron selfies para eternizar el momento. Los animales también fueron protagonistas con pinturas de patos y también de felinos. Los asistentes, curiosos y embelesados, se dejaron cautivar por los tejidos de los antepasados.
En el pasillo, un mural fabuloso en homenaje a Oesterheld fue testigo de una fila larguísima de más de 70 personas que esperaron el comienzo del recorrido por otra de las muestras del Museo Moderno: “Juguetes rabiosos” con obras de artistas como Marta Minunjin, León Ferrari, Luis Felipe Noé, Alberto Greco, Fernando Birri, Zulema Ciorda, Noemí Di Benedetto, Joaquín Aras, Américo Spósito, Aldo Paparella, entre otros.
Sandra y Horacio vestían las remeras de los Museos Nacionales que entregan estas instituciones en esta noche especial. Desde hace tres años son fieles concurrentes de esta propuesta que, según cuentan a Télam, les parece “una buena oportunidad para conocer los museos sin pagar entrada”.
“Hay muchos estudiantes y también muchos extranjeros como brasileños o uruguayos que se ven convocados por esta noche”, sostuvo Horacio, tras visitar el Museo Histórico Nacional y con la expectativa de recorrer tres o cuatro museos más.
(FW)“Hay muchos estudiantes y también muchos extranjeros como brasileños o uruguayos que se ven convocados por esta noche”HoracioFW)
En el recorrido por la muestra “Juguetes rabiosos” el temple de las personas era otro. A lo mejor porque conectaban con los mensajes de los materiales humildes que aparecían y que convertían en la huella de una expresión poética irreverente y desinhibida, cargados con las historias de su uso previo y luego sometidos a todo tipo de manipulaciones de los artistas. Aparecen chapas, metales herrumbrosos, maderas de cajas, tablas y marcos, trapos, medias, fósforos, cartones y papeles recortados o quemados, alquitrán y hasta una sopapa.
La exposición también recorre “La explosión del lenguaje en los años 70”. ¿Cómo atravesaba la poesía a los artistas visuales de esta época?¿De qué manera incorporan piezas literarias a la superficie del cuadro? En esta sección, la palabra cobra poder y puede generar tanto belleza como desamparo. Las personas se toman el tiempo para entender y leer frases como: “La ficción de la ficción es la realidad”.
En la Usina del Arte, ubicada en Agustín R. Caffarena 1, las luces hacían juego con el ritmo de la cumbia que suena en el museo. “Mentiroso, corazón mentiroso, te vas a arrepentir cuando esté con otro”, bailaba un grupo de jóvenes en la entrada. La joya del lugar fue “Tender Vortex Tormenta”, una instalación diseñada por Martin Huberman & El Estudio Normal, para el Hall Central. Mientras tanto, un padre, frente a la imponente obra, le decía a su hijo: “¿Te diste cuenta con que está hecha? Con broches de madera”.
Según el texto curatorial, la obra de gan escala “es un ejercicio lin-gúístico-constructivo que devino en un sistema compositivo y experimental de gran escala”. El Tender viene de ser puesto a prueba en diferentes contextos y espacios de exhibición en espacios internacionales. Tras quince años de rotación, el Tender vuelve a ser exhibido en la ciudad que lo inspiró y lo vio nacer para intervenir el Hall en su versión final.
En planta baja Georgina explicaba con una sonrisa de qué se trataba el taller que dialoga con “Tender Vortex Tormenta”: “Se llama Tender por el material y la idea es trabajar desde las curvaturas. La sucesión de objetos que se acumulan forman diferentes geometrías que tienen que ver con las curvas. La idea es tomar los broches de colores, colgarlos respetando la gama y replicar la obra”.
La música también se hizo presente en el Museo Histórico Nacional (situado en Defensa 1600, CABA) pero con un programa de música y danza a cargo del Ballet Folklórico, música en vivo interpretada por la banda de la Prefectura Naval Argentina y la agrupación Cuerda de Candombe.
En este museo se despidió una muestra y se le dio la bienvenida a una nueva. Por un lado, fue el último día de “Pasión de Multitudes”, dedicada al fútbol argentino, con más de 100 camisetas de diferentes clubes y de la selección. Las familias que caminan descubren pelotas, botines, copas, medallas de sus clubes favoritos.
La bienvenida fue para la recientemente inaugurada “Tiempo de Provincias”, que reúne objetos icónicos del período 1820-1852 de la historia argentina: la bandera de la batalla de Vuelta de Obligado o la mesa donde Lavalle firmó la muerte de Dorrego. La muestra convive con la exposición permanente del museo “Tiempo de revolución”, rica en objetos de gran valor histórico de próceres como Manuel Belgrano y Martín Miguel de Güemes como un catalejo y una pistola.
En el Museo Histórico Nacional el público se detenía en los detalles de las pinturas, los mapas y los objetos. Repasaban con gusto la historia argentina, desde el siglo diecinueve con la Independencia hasta su consagración reciente como país campeón del mundo.
Un grupo de mujeres esperaba a la salida de la visita al Museo Histórico. Ivana, Micaela, María y Johana, todas estudiantes del profesorado de Educación primaria, asistieron por primera vez a la Noche de los Museos. “Vinimos con un grupo de excursión en un micro. Somos de Moreno, Zona Oeste”, contó a Télam Micaela. Ninguna conocía el museo.
“Está bueno. Muy interesante. Nos parece lindo para trabajarlo en las aulas. Así que lo vamos a incluir en la planificación de una materia que se llama ‘Didáctica de las Ciencias Sociales’”, contó María, mientras Joana repasaba con su celular una lista con el itinerario porque todavía las esperaba el Museo de la Cárcova, el Museo Fragata en Puerto Madero, el del Bicentenario y, por último, el del Cabildo.
Télam