Pidieron la prisión preventiva del escribano por el crimen de su jardinero descuartizado

Una fiscal solicitó que se le dicte la prisión preventiva por el delito de «homicidio simple» al escribano Ricardo Ignacio Baladía, quien el 13 del mes pasado fue detenido al borde del río Luján cuando desechaba el cadáver descuartizado de su jardinero, informaron hoy fuentes judiciales.

El pedido de la fiscal María Laura Cordiviola, titular de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 10 descentralizada de Luján, fue presentado ayer ante el Juzgado de Garantías 1 de Mercedes, que ahora tiene cinco días para resolver la situación procesal de Baladía (56).

En el mismo escrito, Cordiviola le pidió al juez que se decline la competencia y la causa sea remitida al departamento judicial de Morón, ya que a partir de las pericias realizadas se pudo acreditar que el crimen del jardinero Miguel Alejandro Pereyra (41) se cometió en la escribanía del imputado, ubicada en el centro de esa localidad del oeste del conurbano, y que Luján fue sólo el sitio del descarte del cadáver.

En el pedido de prisión preventiva -al que tuvo acceso Télam-, la fiscal Cordiviola dio por acreditado que el imputado Baladía asesinó a su empleado Pereyra «en las horas previas a las 20 del día 13 de mayo de 2020».

«El protagonista del injusto que nos ocupa provocó al damnificado Pereyra una herida penetrante de arma blanca en la zona del tórax, siendo la misma la causa de la muerte», detalla la fiscal, para luego explicar que Badalía «fragmentó el cuerpo sin vida de la víctima, lo colocó en el auto BMW modelo 528i dominio CRE834 a bordo del cual se trasladó hasta la zona ribereña del río Luján cercana a las calles Mitre y Padre Salveire».

Según la fiscal, allí el escribano «intentó descartarse de los restos sin vida de su víctima siendo advertido en su accionar por el personal policial», que lo detuvo después de que empujara a una mujer policía, intentara escapar corriendo y que un efectivo realizara un disparo intimidatorio.

Entre los testimonios volcados en el pedido fiscal, se destaca el de la pareja de Pereyra, Verónica Soñez, quien contó dos conflictos que tuvo con el escribano y que podrían estar ligados a un móvil.

Por un lado, la mujer dijo que así como su pareja Pereyra trabajaba como jardinero para Baladía, ella lo hizo en tareas de limpieza y que esa relación laboral concluyó cuando el escribano «le propuso mantener una relación sentimental a escondidas» y cuando la denunció por un supuesto robo en sus oficinas, lo que motivó un allanamiento en su domicilio.

En una ampliación de su testimonio, Soñez también recordó que cuatro o cinco días antes del crimen, su pareja le contó que había visto en la casa de Morón de Baladía la caja de una motosierra y que cuando le preguntó si algún día se la iba a prestar, el escribano le contestó: «Sí, sí, no te preocupes que va a ser para vos».

En cuanto a las pruebas que más lo comprometen, la fiscal destaca que Baladía fue hallado cuando descartaba el cadáver a orillas del río Luján, a 50 metros de la basílica de esa ciudad bonaerense, y que en ese sitio los peritos y buzos recuperaron varios restos humanos y una valija donde se cree trasladó las partes más grandes del cuerpo.

También se secuestraron un hacha de camping y, en su auto, el DNI de la víctima, además de un serrucho, un balde lechero y una bolsa de nailon con más restos humanos.

Pero las evidencias que según la fiscalía prueban que la «escena primaria» del crimen fue la escribanía de Baladía, situada en Almirante Brown 1085, de Morón, fueron las manchas hemáticas lavadas encontradas por los peritos de Casos Especiales de la Policía Científica, lo que coincide con el hallazgo de una hidrolavadora que el imputado había comprado y con la que fue visto por testigos.

En las mismas oficinas también se encontraron un par de zapatillas con manchas pardo rojizas y una cuchilla de carnicería de grandes dimensiones.

En la casa particular del imputado, en la calle Santa Fe 1089, también de Morón, se encontraron en un baño prendas de vestir con posibles rastros de sangre.

La fiscal también menciona una serie de videos de cámaras de seguridad de la zona de la escribanía que comprometen al imputado, ya que en uno de ellos se lo vio pasar a las 3 de la madrugada del 13 de mayo llevando una valija idéntica a la que fue secuestrada en el río Luján.

Además, varios familiares del Pereyra declararon que la última vez que lo vieron con vida fue la noche del 12 mayo, cuando el jardinero estaba en la casa de su madre y contó que debía ir a retirar unas hojas a lo del escribano, tras lo cual vieron al imputado que lo pasó a buscar por esa casa en un BMW.

El dictamen brinda además detalles de la autopsia que más allá de determinar que la causa de muerte fue una puñalada en el tórax, revelan los detalles macabros del descuartizamiento post mortem que fue realizado con dos elementos distintos: un elemento dentado compatible con una sierra o serrucho y otro de filo liso y pesado como un hacha.

Con información de Télam