Días atrás nos llegó la triste noticia del fallecimiento de Helios Ferro. A fuerza de ser sinceros, pasados estos días, la situación no ha variado sustancialmente. Todos quienes tuvimos la oportunidad de conocer y tratar a ese personaje especial que nos ocupa, y en particular sus compañeros del ámbito literario, no salimos de nuestro asombro y esperamos despertar de esto que suponemos una pesadilla (de esas de libro) y que Helios venga a leer con su personal estilo, alguno de sus cuentos.
Ferro, vecino de barrio Parque La Argentina, se estaba dedicando desde hace ya un tiempo, a recopilar material que disfrutaba sobremanera de escribir, sobre su querido barrio, las denominaciones que identificaban a sus casas y los singulares sitios que caracterizaban esta localidad que ha sufrido significativos cambios en los últimos años y probablemente Ferro intentaba reflejar en su trabajo de peculiar escritura, una época que estaba desapareciendo progresivamente, pero sin pausa.
Helios colaboró en el último tiempo con El Vecinal, que editó varias de sus crónicas que reunieron sucesos que el tiempo se encargó de borrar, ocultar o disimular. Esos relatos, junto a sus cuentos y poesías, formaban parte de su vinculación con el mundo literario local, en el que no se sentía totalmente cómodo, y entre otros elementos que gravitaban, seguramente incide que no estaba totalmente convencido que le agradara ser reconocido, quizás por pudor, y hasta más de una vez presenciamos como declinaba participar del “micrófono abierto” en el Ciclo “Cazapoetas” de la Unión de Escritores Rodriguenses (UDER).
Partícipe de distintos talleres literarios locales, varios de sus compañeros en esas experiencias están que dieron a conocer como Cristina Samaniego que a través de Facebook publicaba: “Adiós Helios Ferro, su voz y sus relatos van a quedar con nosotros, en cada reunión donde se lea, en cada mesa donde el tema sea la literatura, la anécdota de una experiencia de vida, de un ser interesado por la historia de los hombres, en una interpretación lúcida llena de matices donde no faltaba esa cuota de humor que hacía inigualable sus textos”. Mirna Santillán sumó su invocación: “Zorrito” querido nuestro, artista mayor, escritor, historiador, fotógrafo, narrador, cuentista, sindicalista, vecino, amigo. Acá va una de tus coplas “la gente sabe decir/ahí va un hombre equivocado/porque suelo confundir/la virtud con el pecado”.