Un vigilador privado herido, más de cincuenta disparos y un bar tradicional destrozado

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Un custodio de la empresa de seguridad «San Miguel» fue baleado en sus piernas luego de un infernal tiroteo desatado sobra la avenida Hipólito Yrigoyen, entre Llambín y Ansaldo, en la zona sur de Moreno. El vigilador fue trasladado al hospital Mariano y Luciano de la Vega, donde está internado con pronóstico reservado.
Pasadas las 22.30 horas de este miércoles 1 de octubre, dos delincuentes intentaron asaltar a dos empleados de la empresa de seguridad «San Miguel», quienes viajaban en un vehículo propiedad de la organización. Los vigiladores se habían detenido frente al tradicional bar «Manolo» -en realidad llamado «La Estrella» pero conocido por todos los vecinos con el nombre de su fundador- porque habían pinchado una cubierta. Mientras realizaban las tareas de recambio de neumáticos, fueron abordados por estos dos malvivientes.
Mientras los ladrones reducían a uno de los custodios, el otro intentó defender a su compañero. Allí comenzó un infernal intercambio de disparos.
Manuel Zarza, empleado de la firma «San Miguel» recibió disparos en sus dos piernas. Se parapetó dentro del bar, mientras los parroquianos y uno de los dueños se escabullían por los fondos. Zarza perdió mucha sangre.
Pese a la rapidez de la secuencia, todo parece indicar que Zarza se salvó de ser ejecutado por los delincuentes por la providencial aparición de un policía que había descendido del colectivo de La Perlita que cubre el recorrido entre la estación de Moreno y el barrio Rififí. Desde la esquina de Yrigoyen y Llambín, el suboficial de la bonaerense atacó a los malvivientes desde un costado. Ante la superioridad numérica, los ladrones escaparon por Ansaldo, en dirección al barrio Santa Rosa.
Una ambulancia trasladó a Zarza hasta el hospital Mariano y Luciano de la Vega. Allí se realizaron las primeras curaciones y esperaba el traslado a un centro sanitario que le brindaba su obra social. Las fuentes consultadas confirmaron que Zarza está fuera de peligro pero su pronóstico es reservado.
Peritos de la Policía Científica contaron casi sesenta vainas servidas. El tradicional bar quedó destrozado. Contra el mostrador, a media altura quedó la marca de un balazo. Segundos antes de la balacera, estaba sentado en un banquito, en ese mismo lugar, uno de los dueños, Alejandro. Los clientes, pocos a esa hora de la noche, salvaron sus vidas porque escaparon a los fondos del local. Ni el cuadro de Gardel se salvó. Tampoco una copia de la habilitación municipal que estaba colgado abajo de la imagen del «Zorzal Criollo». Los plomos pegaron contra todas las paredes pero no acertaron a ninguna de las históricas botellas. No fue una masacre solo por un milagro.
Los policías buscan intensamente a los ladrones. Sospechan que uno de ellos huyó herido. Interviene en la investigación personal de la Comisaría 1º de Moreno y del Comando de Patrullas Comunal.